lunes, 7 de diciembre de 2009

De Tony, de Fisk y de esas pequeñas ventajas que te da vivir en Londres.

Recientemente suspendí la lectura del libro de Robert Fisk titulado: "The Great War for Civilization". Las historias de Fisk como corresponsal de guerra en Líbano, Iraq, Irán, Israel, Afganistán y otros países de Medio Oriente me estaban provocando pesadillas. Una noche desperté sobresaltada porque iba caminando sobre un terreno lodoso lleno de esqueletos. Unas horas antes había acabado el capítulo sobre el genocidio en Armenia.

Ese mismo día decidí darle un descanso a mi psique y retomé a Pessoa para meditar sobre cosas un poco más intangibles. Sin embargo, la lectura de Fisk despertó en mí una fascinación por el trabajo de los corresponsales de guerra. Los relatos del periodista del diario británico The Independent contienen un sinfín de episodios heroicos que me hicieron lamentar el carecer del valor para irme a reportear a una zona de guerra.

Hace ya más de un mes que puse al británico entre "El guardián entre el centeno" y "Del amor y otros demonios".

Hoy, sentada frente a esta pantalla, estoy considerando seriamente retomar el libro y llevármelo a mi próximo viaje a Estambul. No por mero capricho o porque crea que ya no volveré a soñarme en medio de algún bombardeo. La culpa la tiene Tony.

Anthony Shearn, o Tony para los amigos, es un hombre de unos cincuenta y tantos años. A primera vista pareciera que se quedó atrapado en los años 80. Su corte de cabello es como el de Ronnie Wood, pero su pelo es totalmente blanco y ondulado y uno no puede evitar pensar en un perro french poodle al verlo. En invierno lleva una bufanda de colores que empieza con un rosa mexicano, seguido de un azul cielo, un verde esmeralda y termina con un color melón. Su tez blanca, casi transparente, tiene algo de color únicamente por sus chapas. Es cachetón, está pasado de peso y se pone mal humor cuando trabaja sin parar más de 10 horas. Él es camarógrafo y ha trabajado en producciones cinematográficas independientes. Hasta ahora, ninguna película que haya rodado ha sido nominada al óscar y tampoco ha sido acreedora de algún premio en algún festival internacional de cine. Tiene la extraña costumbre de llevar a un oso de peluche con una bufanda de colores – muy parecida a la suya – cuando va a filmaciones en otros países y lo hace posar junto a los monumentos o a actores de cine, muy al estilo del gnomo de Amélie. Conozco a Tony porque es uno de los camarógrafos preferidos de la empresa de producciones de televisión en la que trabajo desde hace dos años.

Y sí, a Tony es al que culpo por querer bajar el pesadísimo libro de Fisk de mi estante.

En la tradicional cena navideña de la empresa, que se llevó a cabo hoy al mediodía en un restaurante italiano de Ealing Broadway, los ocho comensales nos acomodamos de tal manera que quedé sentada frente a Tony. Como a los dos nos encanta platicar sobre política, comenzamos hablando sobre Ken Livingston y Boris Johnson (ex alcalde y actual alcalde de Londres) y por alguna razón acabamos charlando sobre los inicios de la carrera de Tony.

Al estilo expresivo de mi madre, si uno se cruzara con Tony por la calle, uno no daría un quito por él. Pero cuando soltó así sin más que su primer trabajo como camarógrafo fue como asistente técnico de Jeremy Paxman durante la Guerra de Líbano de los 80, me quedé pasmada. Mientras nos retiraban los platos de las entradas y esperábamos el platillo principal, comenzó a contar anécdotas fascinantes que me recordaban incesantemente a las crónicas de Fisk.

Tony, hijo de una familia de carniceros de Somerset, confiesa que cuando recibió la llamada de los productores de la BBC, a duras penas conocía otras ciudades del Reino Unido. De un día para otro, estaba subido en un avión que aterrizó en un país que había oído nombrar en algún concurso de la televisión pero que no sabía bien en qué parte del mapamundi encontrarlo.

Llegó a Beirut sin entender de qué se trataba la guerra que iba a cubrir y los primeros días no se explicaba por qué aviones israelíes estaban volando en territorio libanés.

“Todas las noches, en el bar del hotel donde nos hospedábamos los corresponsales de guerra, Paxman pedía una media pinta de cerveza para mí y una pinta para él y comenzábamos a repasar los nombres de los grupos involucrados en el conflicto.

“Así es como aprendí del conflicto que de por sí era complicadísimo”, contaba mientras untaba mantequilla a su pedazo de pan.

Según Tony, Paxman lo hacía porque es una persona sencilla y atenta con sus compañeros de trabajo, pero también por la seguridad del equipo que encabezaba.

“Si yo no estaba bien informado sobre los bandos y los grupos y los motivos de uno y de otro, podía cometer el error de caminar en la dirección equivocada o hacer un cometario desatinado o responderle el saludo a alguien peligroso.”

Cuando el mesero me pidió permiso para colocar mi plato de ternera en salsa de limón con perejil, Tony empezó a contar sobre un día en el que vieron volar más bajo de lo normal a un avión israelí. De lejos les había parecido que no había nadie en la calle, pero unos segundos después alcanzaron a ver que los judíos le habían disparado a un joven que iba montado en su bicicleta, posiblemente intentando volver a casa.

“Era su táctica. Disparaban a alguien que andaba solo o distraído y cuando se acercaban los demás para ver si seguía vivo, regresaban y mataban al resto”.

Entre sus anécdotas contó también cómo todos los corresponsales de guerra le hicieron su novatada. Una noche, ya pasado de copas, Paxman comenzó a gritar en el bar que hoy le tocaba a Tony.

“Los corresponsales del New York Times, del Daily Telegraph, del Washington Post y de otros medios que ya no recuerdo, comenzaron a acercarse y a dejar billetes en la barra y a darme palmadas en la espalda mientras se carcajeaban.

“Estaban haciendo la colecta para pagarle a una prostituta a la que le habían dicho que debía de pasar la noche conmigo”.

Para cuando había terminado de comer un tiramisú algo insípido acompañado de un cappuccino, yo ya estaba metida de lleno en ese mundo en el que me había imaginado al leer cada página del libro de Fisk. Pero hoy estaba charlando con alguien de carne y hueso, alguien que me hablaba de Paxman como si fuera un amigo cualquiera y que recordaba, con unas mejillas que estaban más rojas de lo normal por las dos copas de vino tinto, que por lo menos en tres ocasiones estuvieron a punto de perder la vida.

Salí fascinada. No podía dejar de pensar que este tipo de episodios eran los que hacían de Londres y de mi trabajo (que a veces sinceramente alucino) algo difícil de abandonar.

Así que mañana pienso sacar mi libro de Vargas Llosa, que estoy leyendo intercaladamente con un libro de Haruki Murakami, y lo voy a sustituir por el de Fisk. Espero que pasen un par de meses antes de que comience a soñar de nuevo pesadillas. Probablemente, en mi lectura me acompañen ahora Tony y sus aventuras por Líbano con Jeremy Paxman.

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viernes, 4 de diciembre de 2009

Are we really ready to tackle climate change?

Today was the second time in a week that I read an analogy between the climate change and the holocaust. Articles published in The Guardian and The Independent assured that Churchill warned the world about Hitler and the danger of the Nazi regime, the same way the scientists are alerting us about all the consequences of the global warming. This kind of comparison makes me shiver.


Do not get me wrong. I am not trying to mock or disqualify the climate change and all its side effects. But I do think that the way the media, the politicians and the experts are approaching and explaining this phenomenon, at least in the developed countries, does not seem appropriate. To name a far away and small island like Maldives to tell us that it could disappear if the temperature keeps going up; or to show us images of an Central American or Asian country with people climbing onto the ceiling of their houses to avoid the current of a huge river that was created by a non stopping rain; or to tell us that the glaciers in the Antarctic are melting does not really makes us feel like it could affect our everyday life.

Yes, when we watch the news we may think: “God that is bad! People from poor countries are really suffering due to the climate change”. But as soon as we switch the TV off, we are thinking about what to do during the weekend, or about the stressful episode that we had at work. Why? Because it seems like it has nothing to do with us and our way of life.

The truth is, not even in countries such as Mexico, where I was born and raised, people think that the increasing intensity of the hurricanes or the lack of water in the northern states are there as a result of an environmental event like global warming.

Since few months ago, major newspapers started to publish articles about how the world leaders are promising certain kind of actions to avoid that the Earth’s temperature increases by 2 degrees Celsius. The TV channels broadcast everyday an expert to explain how devastating the effects could be if we do nothing.

We hear the lists of good wishes that dignitaries such as Obama, Brown and Hu Jintao present and promise to implement to diminish the CO2 emissions in the world. But then, everything stops there. I might be wrong (and I am really wishing I am) but, very few of us actually hear our bosses warning us that we will have to think about how to be more efficient with the way we consume electricity or gas, because we need to contribute to tackle global warming. At least in my office, that does not happen. We hardly even recycle our rubbish (!).

I do believe climate change is a real threat and I do believe that we need to do something about it. But let’s not look outside us to see what the big industries or developing countries can do to solve it.

The idea of emissions trading seems like a creative solution, but at the same time, it looks like an easy way to let the developed countries generate as much CO2 as they want. If you want me to be openly critical, I cannot help to think that it is a nice way to help Europe and US to feel less guilty about the problem.

Why don’t we just say that if we keep using our cars as much as we do currently, or if we continue being careless about the amount of energy we use, the kind of floods Cumbria had few weeks ago will happen all over the UK and will occur more and more frequently? Not only we will have to see our houses and roads destroyed, we will also probably have to pay more taxes in order to fix all the damages that insurance companies would not want to pay anymore. And this is just a very small part of it.

If we really want people to think about climate change and realize how important it is to achieve an agreement in Copenhagen next week, we need to make them feel really threaten by the consequences of a generalized increase in the temperature of the planet. Sure, it is important for our leaders to agree on common actions, but if the normal people, the people who actually consume energy and maintain a way of life that is costing all of us too much, do not change the way of acting, it will take longer for the whole process to be completed.

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lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Quién votó por el BNP?

Lo preocupante de la existencia de un partido como el Partido Nacional Británico (BNP por sus siglas en inglés) no es que su líder sea un xenófobo; o que niegue abiertamente la existencia de un holocausto durante la Segunda Guerra Mundial; o que argumente que el cambio climático es una conspiración de los partidos de izquierda contra el capitalismo y que se atreva a sugerir que a través de la expulsión de los británicos “no indígenas” se reduciría el número de usuarios del transporte público y de conductores de automóviles y por ende las emisiones de CO2. Lo realmente preocupante es que hayan obtenido el 6% de los votos el pasado 4 de junio y que actualmente ocupe dos asientos en el Parlamento Europeo.

Cuando he tenido la oportunidad de charlar con algún británico sobre el BNP, siempre les pregunto: ¿Conoces a alguien que haya votado por el BNP? Hasta ahora todas las respuestas han sido negativas. “Los votantes del BNP son muy pocos y si alguna vez te topas con uno y le hace la misma pregunta, probablemente te mentirá y te dirá que nunca votaría por un partido así”, me explicó una colega egresada de Cambridge. Me imagino que tiene razón, sobre todo porque yo misma soy una extranjera trabajando legalmente en Londres.

De acuerdo con una encuesta levantada este verano por YouGov, una firma de consultoría sobre opinión pública, el 47% de los que votaron por el BNP son hijos de padres que siempre han votado por candidatos laboristas y el 25% son hijos de padres que tradicionalmente han dado su voto a los conservadores. En el análisis sobre los resultados, YouGov señala que “comparado con los seguidores de otros partidos, aquellos que votaron por el BNP tienden a estar mucho más en descontento con sus expectativas económicas, tienen un mayor grado de preocupación por la posible pérdida de su empleo y se sienten menos seguros en las calles de sus barrios”.

El 70% de los seguidores del BNP cree también que los británicos blancos son discriminados y que los musulmanes gozan de ventajas “injustas”.

Este resultado coincide con las respuestas que la BBC recibió en su portal tras lanzar la pregunta: ¿Quiénes votaron por el BNP? Respaldados por el anonimato que da el ciberespacio, algunos participantes del foro sostuvieron estar de acuerdo con la visión de Griffin sobre cómo a consecuencia de las políticas migratorias que se han implementado en los últimos años, las condiciones de vida de los llamado “indígenas británicos” se han deteriorado.* Otros aseguran que no están de acuerdo con las visiones xenófobas de Griffin, pero utilizaron su voto para protestar contra las políticas de los grandes partidos. Tal como lo muestra la encuesta de YouGov.

En la página de la BBC, James de Harrogate, por ejemplo, se queja de que se siga permitiendo la llegada de trabajadores extranjeros al Reino Unido, cuando “hay muchísimos británicos desempleados que podrían ocupar esos puestos si recibieran el entrenamiento adecuado”. Dice también estar preocupado por el nivel educativo de la escuela de sus hijos, pues en sus grupos hay dos o tres compañeros que no hablan el inglés como primera lengua y por lo tanto afectan el rendimiento del resto del grupo.

Muchos de los participantes coinciden en un punto: los grandes partidos se han hecho de la vista gorda en cuanto al tema migratorio por ser un tema políticamente delicado.

Pese a las recientes medidas de endurecimiento en los trámites migratorios para la emisión de permisos de trabajo y visas de estudiante, el Reino Unido sigue siendo uno de los países con mayor flexibilidad en materia migratoria en la Unión Europea y tal vez en el mundo entero.

Lo grave de todo este debate en torno a los trabajadores extranjeros y las declaraciones del líder del BNP es que casi siempre se basan en hechos falsos. No es cierto que los empleadores estén reclutando deliberadamente a extranjeros porque aceptan un menor pago o porque no exigen los mismos derechos laborales que los británicos. Por ley, para que un empleador pueda contratar a un no europeo, debe de anunciar ampliamente la vacante en periódicos y portales de internet. El anuncio debe permanecer por lo menos dos meses y sólo si se demuestra que no hay ningún ciudadano originario de la UE capaz de cumplir con los requisitos, se le permite iniciar el trámite de contratación del extranjero no europeo. El proceso de reclutamiento de un extranjero implica una serie de papeleos y trámites tan complicados y tan tardados que, el empleador que decide seguir adelante lo hace porque realmente no ha encontrado entre los candidatos a alguien que cumpla con los requisitos.

El problema es que en tiempo de crisis, en un país con por lo menos dos millones y medio de desempleados, y a unos meses de celebrarse las elecciones generales, vende más anunciar el endurecimiento de las medidas migratorias. Para los británicos desempleados, esto les da la ilusión de que recuperarán sus empleos y la economía comenzará a crecer. Nada más falso. Los trabajos de medio tiempo que normalmente ocupan los estudiantes extranjeros, no los ocuparán los desempleados de la industria de la construcción o los que se dedicaban a ensamblar autos en las plantas de Sunderland, al norte de Inglaterra.

Para bien o para mal, de acuerdo con analistas y firmas de consultoría política, por primera vez en muchos años, la constitución del parlamento tras las elecciones generales del próximo año, no le dará la mayoría a ningún partido político. Por las tendencias actuales, el tema migratorio podría ser uno de los más polémicos a discutirse en Westminster.

Lamentablemente, por los tiempos políticos y económicos, es inevitable que los extranjeros que trabajamos en el Reino Unido seamos señalados como unas de las posibles causas del desempleo. Sin embargo, confío en que la mayoría de los votantes vean en Griffin a un personaje aberrante y que el número de votos que obtenga el BNP no sea tan significativo como para que les permita ocupar más alcaldías y contar con más representantes en el parlamento. Sin duda las campañas para las elecciones generales en el Reino Unido será un evento interesante de seguir.

*El debate sobre quiénes son realmente los “indígenas británicos” es también un tema polémico. Sobre todo si tomamos en cuenta que esta isla ha sufrido invasiones de romanos, vikingos, y sajones, entre otros, a los largo de su historia.


Fuentes:
http://news.bbc.co.uk/1/hi/uk/8089142.stm
http://www2.politicalbetting.com/index.php/archives/2009/10/22/what-do-we-know-about-bnp-voters/
http://www.channel4.com/news/articles/politics/domestic_politics/who+voted+bnp+and+why/3200557
http://news.bbc.co.uk/1/hi/8319635.stm

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martes, 17 de noviembre de 2009

¿Puede un tabloide definir el futuro político de los británicos?

El pasado 30 de septiembre, The Sun, uno de los tabloides con mayor circulación en el Reino Unido sentenció en su portada: “Labour ’s Lost It”. Después de 12 años de haber otorgado su apoyo a los laboristas, este diario sensacionalista decidió cambiar de bando y respaldar a David Cameron, líder de los Conservadores, como el próximo Primer Ministro británico.

Tras este anuncio, Gordon Brown convocó a una reunión urgente en el número 10 de Downing Street con sus asesores más cercanos. No era para menos. El tabloide se jacta de ser una pieza importante en la definición del rumbo político de este país. Partido que apoya es partido que gana.

A la declaración del diario del grupo News International, propiedad de Rupert Murdoch, le han seguido una serie de notas que han criticado severamente al actual Primer Ministro. El último ataque abierto, - que por su intensidad tuvo incluso consecuencias negativas para el propio The Sun- estuvo relacionado con una carta de condolencia escrita a mano por Brown y que fue enviada a la madre de un soldado fallecido en Afganistán. La portada del pasado lunes 9 de noviembre estaba dedicada a señalar los errores de un texto que estaba lleno de faltas de ortografía y que estaba escrito con una caligrafía ilegible. El dirigente británico no supo siquiera cómo escribir correctamente el nombre del ex combatiente.

Junto a la foto de la madre de Jamie Janes, que con expresión de amargura muestra el retrato de su hijo ataviado con uniforme militar, The Sun publicó la misiva escrita por Brown, marcando con rojo todos los errores y las palabras que no se alcanzaban a entender (aunque por el contexto se asumía lo que querían decir). Al lado de la nota que describía la decepción y enojo de Jacqui Janes, madre del soldado, se publicó también una columna de una especialista en grafología que analizaba la caligrafía del dirigente británico. La grafóloga aseguraba que Brown había escrito las condolencias de manera apresurada, sin pensar mucho en el contenido y que reflejaba un estado de “pánico”.

Las reacciones no se hicieron esperar. La historia fue retomada no únicamente por Sky News, cadena noticiosa propiedad de Murdoch, sino también por la BBC y otros canales de televisión comercial como ITV, Channel 4 y por periódicos de circulación nacional.

Sin embargo, también hubo muchas críticas en contra de este ataque dirigido al líder de los laboristas. De acuerdo con el portal del tabloide y algunas encuestas levantadas por otros medios, los lectores sintieron que The Sun se había excedido. Brown perdió la vista del ojo izquierdo por un accidente que sufrió mientras jugaba rugby de pequeño y ha declarado que le resulta cansado leer o escribir por periodos prolongados. Brown se tuvo que disculpar por haber escrito mal el nombre del soldado y eso generó simpatía en un importante sector de la sociedad.

Si bien no parece que los laboristas estén buscando recuperar el apoyo de Murdoch, en últimas fechas se notan desesperados. Peter Mandelson, el secretario de negocios, denunció públicamente el pasado miércoles 11 de noviembre la existencia de un supuesto contrato firmado entre The Sun y el Partido Conservador. De acuerdo con Mandelson, el tabloide acordó con los conservadores seguir una línea editorial favorable para Cameron, a cambio de concesiones políticas una vez que los Tories lleguen al poder.

Además aseguró que los medios del grupo News International estaban tratando de imponer una agenda informativa propia, obligando a canales como la BBC a cubrir notas sin importancia, como el tema de la carta de Brown. La BBC ha negado que su cobertura esté influenciada por las notas publicadas en The Sun, The Times o Sky News. Algunos analistas de diarios como The Guardian o The Independent, de filiación más bien izquierdista, criticaron las declaraciones del ex representante de la Unión Europea ante la OMC como ilusorias. ¿Qué medio de comunicación serio aceptaría que su agenda está definida por otro medio?

Declaraciones de este tipo hacen pensar en que los laboristas están dando patadas de ahogado. Si bien diarios como The Guardian tienen entre sus editores y reporteros a militantes del Partido Laborista, los laboristas están tan divididos al interior que no han logrado dar una imagen de unidad. Como ejemplo de la ruptura interna se puede recordar la ola de renuncias de ministros que trabajaban con Gordon Brown, tras el escándalo por los gastos excesivos de los parlamentarios con cargo al erario público.

Cabe señalar que la legislación del Reino Unido prohíbe a sus políticos hacer campañas en medios electrónicos. Los partidos pueden comprar espacios en canales de televisión o en emisoras de radio, pero no pueden promover a un candidato. En el caso de los medio impresos, depende de cada periódico o revista apoyar al candidato de su preferencia a través de la cobertura de las campañas.

En un país donde el dinero invertido en las campañas no marca la diferencia, el apoyo de los medios resulta de fundamental importancia para los partidos políticos que compiten por obtener curules en la Cámara de los Comunes.

Pareciera que la abrupta caída del Partido Laborista es imparable. Los espacios que los conservadores no han logrado ganar los están ocupando partidos más pequeños como el Liberal Demócrata o el nacionalista BNP (British National Party por sus siglas en inglés).

Gordon Brown y sus laboristas tienen un cometido ante sí: hacer todo lo posible por mejorar la imagen que los británicos tienen de ellos antes de dejar el poder. Para poder lograr esto, es primordial negociar con los medios de comunicación e intentar salir por lo menos de manera decorosa y no como alguien que se va con la cola entre las patas.

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lunes, 16 de noviembre de 2009

El Reino Unido y la Unión Europea

Hablar sobre el papel del Reino Unido en la Unión Europea siempre ha sido un tema controvertido.

Si bien el Reino Unido es parte de los miembros antiguos de esta agrupación de Estados, en su momento llevó a cabo esfuerzos por generar un contrapeso político y económico con la creación de la Asociación Europea de Libre Comercio. A pesar de esto, la AELC tuvo poco éxito y finalmente en 1973 decidió unirse a lo que en ese entonces se conocía como la Comunidad Económica Europea.

En realidad, nunca han cesado las voces en contra de la membresía del Reino Unido a la Unión Europea ni las opiniones de aquellos que piden un papel mucho más activo en la determinación de las políticas del continente.

Con la ratificación del Tratado de Lisboa y la inminente llegada del Partido Conservador al poder, se abrió de nuevo la puerta al debate sobre el papel que los británicos juegan en esta asociación del países.

David Cameron, actual líder de los conservadores, había prometido llevar a cabo un referendum sobre el Tratado de Lisboa, en caso de que este acuerdo siguiera en proceso de ratificación cuando él llegara al poder. El pasado 3 de noviembre, con la ratificación por parte de la República Checa, el Tratado de Lisboa entró en vigor, y Cameron tuvo que salir a anunciar en cadena nacional que no convocaría a ningún referendum.

En su discurso se pronunció por recuperar la soberanía británica, que de acuerdo con los conservadores, se perdió desde la época de Blair.

Este debate sobre la soberanía perdida y las opiniones de los conservadores sobre cómo el Reino Unido ha dado demasiado a la UE sin recibir poco o nada a cambio no es algo nuevo.

En 1984, cuando se estaba definiendo la Política Agrícola Común (CAP por sus siglas en inglés), Margaret Thatcher presionó para que el monto que los británicos asignarían a un fondo agrícola común fuera menor al de Francia, ya que la cantidad que recibiría de vuelta iba a ser menor a la que estaba entregando. Los ingenieros que diseñaron el sistema de distribución de recursos aseguraban que el Reino Unido no podía recibir más que Francia dada la extensión dedicada a la agricultura en territorio británico.

Así, los conservadores han mantenido una política de reticencia hacia la Unión Europea en estos 36 años. Si bien los laboristas tampoco han logrado una participación mucho más activa del Reino Unido en esta agrupación, pese a la importancia política y económica de la isla, caminar en dirección contraria a las tendencias que ha marcado la evolución histórica de la UE sería un retroceso que iría en detrimento del propio Reino Unido.

De acuerdo con reportes del Banco Central Europeo y algunas otras firmas de consultoría financiera, la recuperación de Francia y Alemania ayudará a que el resto de las economías integradas a la moneda común avancen hacia la misma dirección. Por su parte, la economía del Reino Unido sigue sin dar señales de recuperación. Los encabezados de la semana pasada indicaban que la economía británica había dejado de perder empleos, pero no se hablaba tampoco de la creación de nuevos. Los anuncios de despidos masivos de bancos como Lloyds (que despedirá a 10 mil) y de HSBC (que eliminará más de 1500 puestos) no son señales alentadoras para el futuro de este país.

Al parecer la llegada de los conservadores es inevitable y de acuerdo con los resultados de las elecciones locales y para el Parlamento Europeo que se llevaron el pasado junio, los laboristas podrían perder una cantidad importante de curules. Será interesante ver cómo se va perfilando la política exterior británica con respecto a Europa, una vez los conservadores lleguen al poder. Aunque al parecer, no habrá nada nuevo en el horizonte.

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martes, 29 de septiembre de 2009

3 años

Por primera vez en este blog, decido hablar de mí, y decido hacerlo porque el pasado 23 de septiembre cumplí 3 años viviendo en Londres.

Si bien escribir algo para "conmemorar" mis 3 años en esta ciudad fue idea mía, me ha costado trabajo encontrar algún tema en particular que ayude a englobar todo lo que he vivido desde que llegué en 2006.

Tal vez esta dificultad se deba a que las cosas han cambiado mucho desde ese entonces. Gané algunos kilos que no he podido bajar ni con dietas ni con ejercicio, ya no soy estudiante, me he mudado de casa en 3 ocasiones y las personas con las que comparto mi espacio laboral y habitacional son totalmente diferentes.

El dinamismo que te ofrece una ciudad como esta, donde la gente viene y va constantemente, donde de un día para otro tienes que volver a aprender nuevas rutas y donde nunca nada parece quedarse estático, ha ayudado, en mi caso, a seguir viviendo aquí después de 3 años.

Yo llegué en el 2006 con una beca del Consejo Británico para estudiar una Maestría en Economía en la University Collegue London. En ese entonces vivía en una residencia de estudiantes en el barrio de Camden. Mi rutina diaria era desayunar en el comedor de la residencia con mis compañeros, caminar 30 minutos al Departamento de Economía, tomar mis clases, estudiar en la biblioteca, caminar de vuelta a la residencia, cenar y encerrarme en mi cuarto para seguir estudiando hasta que mis ojos se empezaran a cerrar del cansancio.

En junio del 2007, comencé a vivir en otra residencia de estudiantes. Ahora compartía mi espacio únicamente con 13 personas y no con 25. No asistía más a clases porque estaba dedicada a escribir mi tesis de maestría. Tuve un trabajo de verano en el que repartía volantes frente a estaciones del metro en la zona financiera de Londres e hice un nuevo grupo de amigos con los que sigo conviviendo y a los que les tengo un enorme cariño.

Dos meses después, me mudé a un departamento que se encuentra en el mismo barrio de Camden con una chica colombiana. En septiembre del 2007 comencé a trabajar en una empresa que hace producciones de programas de televisión para canales japoneses.

Todo parecía indicar que mi vida comenzaría a ser un poco más monótona que el primer año, pero no fue así. El nuevo trabajo me dio y me sigue dando la oportunidad de viajar por los lugares más recónditos del Reino Unido y a algunos países de Europa y conocer por dentro a los británicos y sus instituciones.

En agosto de este año, me mudé a un departamento en la zona de Holloway, que se encuentra al norte de Londres. Comparto los espacios con una chica italiana y otra británico - francesa. A mis nuevas compañeras no las conocía antes de comenzar a buscar un nuevo lugar para vivir. Hasta ahora la convivencia ha sido muy agradable.

Yo misma me sorprendo de la cantidad de cambios que ha vivido en este tiempo y le doy la razón a una amiga que ahora reside en Australia, cuando asegura que es muy difícil vivir en cualquier otra ciudad una vez que se ha experimentado la vida londinense. Me lo puedo imaginar.

No sólo porque aquí todo cambia y siempre hay cosas nuevas. Creo que también tiene mucho que ver el hecho de que Londres es una ciudad amigable con los no - británicos. Cualquiera puede pasar desapercibido en una ciudad donde casi el 30% de sus habitantes no tienen tez blanca, ojos claros, cabellos rubios o inglés con acento británico.

En lo personal, el poder pasar desapercibido es un motivo de tranquilidad y de cierta libertad porque en Londres es raro sentirse juzgado o excluído.

Entonces, cuando me pongo a pensar en estos 3 años, llego a la conclusión de que he vivido tantas experiencias, he conocido a tanta gente y he experimentado tantas nuevas sensaciones, que es imposible resumirlo en un espacio tan pequeño sin llegar a aburrir al lector.

Puedo concluir diciendo que todas estas vivencias me han hecho una persona distinta, un poco más tolerante, un poco más aventurera, un poco más atrevida, mucho menos tímida y mucho más abierta.

Eso para mí es una ganancia mucho mayor que el mero hecho de vivir fuera de México y poder conocer una cultura diferente de cerca.

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martes, 25 de agosto de 2009

¿Qué hay detrás de la liberación de Abdelbaset Ali al-Megrahi?

¿Qué es lo que realmente motivó a las autoridades escocesas a liberar a Abdekbaset Ali al-Megrahi el pasado 20 de agosto?

Por las consecuencias diplomáticas y las severas críticas que llueven de todas partes, parecería que el precio que están pagando las autoridades escocesas y las británicas a nivel nacional e internacional es demasiado alto.

Todo indica que la liberación del ex oficial del Servicio de Inteligencia Libio se venía preparando desde noviembre del 2008. En un comunicado publicado el 17 de noviembre del 2008, la Oficina de la Commonwealth anunció que entre otros acuerdos en materia judicial, el Reino Unido y Libia firmarían un Acuerdo de Transferencia de Prisioneros.

De acuerdo con medios como The Guardian y The Independent, Kenny MacAskill, Secretario de Justicia del Gobierno escocés, "pidió permiso" a Estados Unidos, a través de su embajada en Londres, para liberar al único reponsable por la explosión de la aeronave. A esta petición, la representación diplomática respondió que si bien estaban en contra de enviar a al-Megrahi de vuelta a Libia, en caso de que se decidiera liberarlo, era mucho más conveniente hacerlo por motivos humanitarios (compassionate release) que hacer uso del Acuerdo de Transferencia de Prisioneros para extraditarlo a una prisión libia.

El Primer Ministro británico, Gordon Brown, se ha abstenido de dar su opinión respecto a la liberación de al-Megrahi. Hoy, por primera vez habló sobre el caso y dijo estar muy molesto por el recibimiento que se le dio al libio por parte del General Gaddafi, pero no comentó nada sobre la decisión de los escoceses.

Varios columnistas y editorialistas de medio británicos han sugerido que el regreso de al-Megrahi a Libia en época del Ramadán, fue negociado tras bambalinas entre el Reino Unido y Libia y que Escocia ha sido sólo un chivo expiatorio. De acuerdo con la BBC, el Reino Unido firmó recientemente contratos multimillonarios con Libia en materia de energética.

¿Qué beneficios sacó Escocia de este embrollo en el que se metió?

Si bien Gordon Brown no se ha expresado a favor de la liberación, no ha salido tampoco a la defensa de quién tal vez le hizo el trabajo sucio.

A diferencia de las familias estadounidenses de los fallecidos en el atentado, varios de los familiares de las víctimas británicas no están del todo convencidas de que al-Megrahi o Libia hayan sido responsables de los atentados.

A pesar de esto, la crisis política en Escocia ha llegado a niveles tales que el Secretario de Justicia ha sido convocado al comparecer ante el parlamento escocés para explicar su decisión.

¿Realmente valió la pena?

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domingo, 14 de junio de 2009

Lecciones de campaña

Hace aproximadamente un mes, tuve la oportunidad de seguir de cerca la campaña del candidato conservador a Consejero Local por el pequeño poblado de Crawley, al sur de Inglaterra.

El pasado 4 de junio, el Reino Unido celebró, al mismo tiempo que las eleccciones europeas, elecciones locales en 34 de sus condados y distritos -todos ellos en Inglaterra-, entidades similares a las delegaciones en el Distrito Federal, o municipios en el resto de los estados de México.

Los gobiernos locales en el Reino Unido están constituídos en diferentes niveles que en México y en algunos condados (counties), hay dentro de ellos municipios (boroughs) y algunos llegan a niveles más pequeños como las parroquias (parish). Todos estos niveles de gobierno se encargan de labores como la recolección de basura, educación, bilbiotecas públicas, servicios sociales, transporte público local, cementerios, vivienda, etc.

Dado que en México se llevarán a cabo elecciones federales y locales el próximo 5 de julio, me pareció relevante resaltar algunos aspectos que tuve la oportunidad de obervar de cerca durante la campaña del candidato conservador Henry Smith.

--Los costos de campaña--

Unas las primeras cosas que llamaron mi atención fue el bajo costo de las campañas políticas. En el Reino Unido, el presupuesto de una campaña electoral a nivel de condado está limitado a 600 libras más 5 centavos de libra por elector. Es decir, poco más de 12 mil pesos más un peso por elector. La idea es que los candidatos de los condados más grandes puedan gastar más que los condados más pequeños.

Cabe aclarar aquí que los recursos para estas campañas salen de los partidos políticos directamente, o de los candidatos, ya que los Gobiernos central o local no otorga recurso alguno para la realización de campañas electorales.

En la pasada campaña para elecciones generales del 2005, es decir, para ocupar un puesto en el Parlamento nacional, los límites establecidos fueron de 7150 libras más 7 centavos de libra por elector.

Con base en estos límites, los agentes electorales, - personas encargadas de manejar las finanzas de los candidatos- elaboran un reporte final con recibos de los gastos y los entregan a la Comisión Electoral.

Dado que el presupuesto es limitado, los partidos han ideado maneras de ahorrar lo más posible. Por ejemplo, en el caso de la oficina del Partido Conservador del Oeste de Sussex, que se encarga del condado de Crawley, se imprimieron en conjunto los panfletos de los 18 candidatos de la región para así bajar los costos.

--Las campañas--

Unos días antes de la votación del 4 de junio, caminamos por las calles principales de Carwley y me soprendió la ausencia de pósters que promovieran el voto por algún candidato. Al preguntar a los transeúntes sobre este hecho, confirmaron que a excepción de las campañas para elecciones generales, es raro ver publicidad electoral por las calles. (Muy diferente a cualquier campaña en México, pensé.)

Aún en caso de elecciones generales, por la limitada cantidad de recursos disponibles, los candidatos suelen centrarse en distritos donde saben que podrían arrebatar votos a otros partidos. No pierden mucho tiempo en zonas donde saben que seguro ganarán, o en zonas donde la derrota es inminente.

En el caso de los candidatos a Consejeros Locales, las campañas se limitan a tocar puertas y repartir panfletos que contienen las propuestas de los candidatos. Dado que alrededor del 4 de junio, el escándalo por los gastos de los parlamentarios estaba en su auge, muchos de los votantes se negaron siquiera a recibir los panfeltos que repartía Smith, argumentando que estaban molestos por la irresponsabilidad de los políticos.

Cabe señalar que por ley, en el Reino Unido, está prohibido que durante las campañas electorales (empiezan un mes antes de las elecciones) el candidato pague por la comida o por bebidas de otras personas, pues se podría interpretar como soborno. Es más, está prohibido pagarle a alguien por su ayuda en la repartición de panfletos o por pegar los pocos pósters en la calle. Si alguien ayuda, debe ser de manera gratuita. Como consecuencia, los equipos de campaña son mucho más reducidos que en México.

Un candidato a Consejero Local, casi siempre trabaja solo. Toca puertas después de terminar su jornada laboral (los puestos en el Gobierno local son de medio tiempo) y acuden a reuniones en autos que ellos mismos manejan.

Si en alguna de las reuniones reciben alimentos o bebidas, deben reportarlo a su agente electoral para que lo incluya como parte de los gastos de campaña. Es decir, si le invitan un sandwich, debe reportarlo y el agente electoral lo pondrá bajo concepto de donación.

--La votación--

Una de los detalles que más llamaron mi atención, fue que la tarjeta de votación que deben de portar las personas al momento de votar, contiene únicamente el nombre y la dirección del votante. No contiene ni fotografía, ni huella digital o siquiera una firma.

Los libros de texto en el Reino Unido aseguran que, tras la aprobación en 1883 del Acto para Prevenir las Prácticas Corruptas e Ilegales, el número de delitos electorales denunciados bajó significativamente. A diferencia de los delitos electorales elaborados y complejos como los que se practicaban o se siguen practicando en algunos lugares de México, en el Reino Unido la práctica común era la del soborno. Es decir, los candidatos despilfarraban recursos en comprar pintas de cerveza o alimentos a los posibles votantes.

Se reportaban pocos casos de personas que utilizaran tarjertas de votación de otras personas para votar muchas veces usando nombres diferentes. Por lo mismo, acá uno no sale con el dedo pintado para dejar alguna marca indicando que ya se votó. (No podía dejar de pensar en la cantidad de fraudes que se podían cometer con una credencial de elector sin foto...)

--Conclusiones--

1) Las campañas electorales en el Reino Unido son mucho más austeras que en México y que en países como Estados Unidos.

Esto se debe, por lo que pude aprender, a que el límite impuesto por las autoridades es bajo y a que la mayoría de los candidatos y partidos intentan realizar sus campañas dentro de esos límites.

2)La sociedad británica confía en la honestidad de sus votantes.

Por lo tanto, no ve la necesidad de poner miles de candados a las identificaciones que se utilizan para votar. Acá, no utilizar las tarjetas de votación de otras personas es lo normal.

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viernes, 22 de mayo de 2009

Crisis en las orillas del Támesis

Un escándalo sin precedentes trae a los políticos británicos en jaque. Desde que hace dos semanas, el diario conservador the Daily Telegraph dio a conocer los detalles de los gastos a los que incurrieron los parlamentarios, ningún político ha podido dormir tranquilo.


No es para menos. Desde que el Daily Telegraph adquirió el reporte completo de los gastos de los parlamentarios, no ha dejado de publicar en portada quiénes gastaron cuánto dinero en artículos personales y de lujo con cargo al erario público.


Cabe aquí una explicación sobre el sistema de gastos en el Reino Unido. A diferencia de México, donde tanto los funcionarios de gobierno como los diputados y senadores reciben una partida presupuestal para realizar los gastos relacionados con sus funciones públicas (lo mismo que en España y Francia), los políticos británicos gastan de su bolsa y después elaboran un reporte con recibos y facturas por los gastos incurridos. Por el elevado número de reportes de gastos que reciben las comisiones encargadas de inspeccionarlos, nadie ponía atención a los detalles. Asunto que también tiene que ver con no delatar al compañero de curul -fuese del partido que fuese -, pues todos sabían que estaban metiendo gastos que no tenían nada que ver con su función pública.


Sabían también que en unos dos meses, dicha información sería de dominio público, como resultado de una resolución de la Corte Suprema de Justicia. Tras una petición ciudadana de transparentar los gastos, se resolvió a favor de hacer pública la información. Sin embargo, los detalles personales como direcciones o nombres propios de familiares de políticos serían eliminados, pues se considera información confidencial.


Tras pagar un monto que, se rumora supera las 300 mil libras, el Daily Telegraph se hizo de la información, con todo y direcciones, teléfonos y nombres propios.


Las portadas del Telegraph, y posteriormento de otros diarios, así como de noticiarios en televisión y en radio se empezaron a llenar de reportes que tienen indignada a la población británica (sobre todo en estos tiempos de crisis en el que el número de desempleados alcanza ya los 2.5 millones de personas).


Parlamentarios que pidieron el reembolso de más de 30 mil libras por la remodelación que le hicieron a una casa de uso privado; que cargaron a los contribuyentes el pago de hipotecas para comprar casas que vendieron después dos o tres veces más caras; que metían recibos por el pago de la limpieza de sus viviendas en las que ni siquiera habitaban y hasta el pago de alimento para mascotas y la compra de carriolas para sus hijos. Las lista con nombres y pagos crece cada día más.


Nadie ha salido librado de esta. Ni laboristas, ni coservadores, ni liberales demócratas. Gordon Brown se vio obligado a pedir discuplas y el asistente personal de David Cameron, líder de los Tories, tuvo que renunciar a su cargo. Por su parte, el presidente de la Cámara de los Comunes, Michael Martin, fue orillado a dimitir hace 3 días tras recibir severas críticas por su actuación ante el escándalo. Los detractores dicen que se dedicó a buscar al que vendió la información, en lugar de tratar de salvar la dañadísima imagen de los miembros de la Cámara Baja.


Los líderes de los partidos Laborista y Coservador han advertido a sus copartidarios que aquellos que hayan incurrido en gastos excesivos no podrán participar como candidatos en las próximas elecciones generales. Entiéndase esta como una medida para salvar un poco la reputación de los políticos, y en el caso de los laboristas, no perder tantos escaños.


Tras este anuncio, han llovido disculpas, devoluciones de dinero y hasta declaraciones lamentando el nivel de ansiedad y angustia que se percibe en los pasillos de Westminster.


Las próximas elecciones locales y para eurodiputados, que se celebrarán el próximo 4 de junio, mostrarán qué tan afectada quedó la imagen de los políticos. De acuerdo con una encuensta realizada por el periódico The Guardian, alrededor del 30% de los votantes piensan votar por partidos pequeños como el Liberal Demócrata, el Partido Verde y hasta el Partido Independentista del Reino Unido (http://www.guardian.co.uk/politics/2009/may/22/icm-poll-european-elections).
Al parecer, Gordon Brown podría convocar a elecciones generales para octubre de este año.
Dicen que eso daría tiempo de reformar el sistema de gastos de los parlamentarios, y salvar un poco la reputación de los políticos. Sobre todo podría evitar que los Laboristas pierdan más de lo que ya habían comenzado a perder desde la llegada de Gordon Brown al número 10 de Downing Street.


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lunes, 4 de mayo de 2009

De la influenza y peores males

Recuerdo bien a la presentadora de noticias de la BBC y su insistencia en tratar de explicar los decesos por influenza porcina (ahora llamada A/H1N1) en la Ciudad de México. Le preguntaba una y otra vez al experto epidemiólogo las razones de por qué en México se habían dado tantos decesos (en ese momento se creía que habían 150) mientras que en otros países no había hasta ese momento ningún fallecimiento atribuible al virus.

El especialista, por supuesto, no supo qué responder y dio razones vagas e imprecisas y dijo que no quedaba claro si las condiciones de la Ciudad de México hacían al virus más agresivo. Que al final y al cabo al ser una nueva cepa, no se sabía bien cómo actuaba.

Lo que tampoco sabíamos, aunque de alguna manera lo intuíamos, era qué tan ineficientes y negligentes habían sido las autoridades sanitarias mexicanas en el manejo de esta crisis.

Conforme pasan los días se van destapando hechos que dan respuesta a las preguntas que hacía ese día la presentadora de la BBC y que los periodistas en México hicieron al Secretario de Salud, José Ángel Córdova en una conferencia de prensa que tuve la oportunidad de seguir por internet. ¿Por qué se muere tanta gente en México a consecuencia de la influenza porcina?

De acuerdo con notas publicadas por Reforma y por El País, el personal de los hospitales públicos en México se negó a atender a los pacientes que se presentaban con cuadros clínicos con evidencia de contagio con el virus A/H1N1.

En una nota publicada por Margarita Vega en la sección Nacional de Reforma, el pasado 27 de abril, un residente de la especialidad de Urgencias se quejaba amargamente de la gente que iba al hospital a revisarse, a pesar de que muchos de ellos tenían sólo “una simple gripa”.

Me imagino perfectamente la actitud déspota de las enfermeras que se negaron a tratar a Óscar, el niño de 5 años 7 meses, que según Pablo Ordaz de El País falleció por negligencia del personal de la clínica 11 del Seguro Social.

Las fotos que aparecen de la Ciudad de México desierta y sus habitantes ataviados con los tapabocas azules hacen pensar en una epidemia mortal incontrolable. A mi parecer, en el fondo toda esta gente que sale con su tapabocas azul, incluidas mí hermana y mi sobrina, se cubren no sólo por miedo al virus, sino también porque saben que en caso de ser contagiados con el A/H1N1 existe la posibilidad de caer en manos de algún negligente que no querrá tratarlos adecuadamente. Si no cuentan con los recursos para acudir a un hospital privado, esa posibilidad aumenta sustancialmente.

Mi prima me preguntó hace unas horas si en Londres también estábamos todos cubiertos con tapabocas para evitar un posible contagio. No. En Londres nadie trae tapabocas ni está paranoicamente lavándose las manos cada 3 minutos ni evitando saludar de beso o de mano. Por experiencia personal puedo decir que el sistema de salud en Londres no es el mejor que he conocido, pero tampoco deja ir a las personas sin antes hacerles numerosos exámenes y asegurarse de que el paciente en efecto no sufre más que de una “simple gripa”.

Las crisis ponen a prueba a los países y su capacidad de dar respuesta a las situaciones de emergencia. En México nos hemos acostumbrado a las malas respuestas que el Gobierno da ante las crisis económicas y políticas, pero no estábamos seguros de cómo reaccionarían ante una crisis sanitaria. Lamentablemente, ahora sabemos que su respuesta no ha sido mejor.

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domingo, 3 de mayo de 2009

La Biblioteca Viviente

La gente se acerca curiosa por el nombre y ojea el catálogo de los “libros” disponibles para esa tarde. Homosexual, vegana, musulmán, lesbiana, gitano, travesti, madre adolescente (y soltera), profesor de baile, enferma con esclerosis múltiple y monja son sólo algunos de los “títulos” disponibles para su préstamo.

Esta no es una biblioteca común y corriente, con libros de Dostoievski, García Márquez, o Cervantes en sus estantes. El objetivo tampoco es promover la lectura entre los asistentes. La Biblioteca Viviente, que fue creada en el 2000, trata de impulsar la eliminación de estereotipos y prejuicios. Por eso, ofrece a préstamo a los representantes de grupos minoritarios.

Las reglas son simples: escoger del catálogo el “libro” que se desee consultar y sentarse con él a platicar por un máximo de 20 minutos. No hay reglas en cuanto al tipo de preguntas que se pueden hacer. La idea es preguntar todo lo que se desee con el fin de ofrecer información de primera mano sobre personas que son consideradas “raras” por la sociedad.

Este concepto se originó en Copenhague, Dinamarca. Tras haber sido testigos de un ataque de violencia contra un amigo, que fue motivado por cuestiones raciales, Dany Abergel, Asma Mouna, Christoffer Erichsen, Thomas Bertelsen y Ronni Abergel decidieron idear algo que ayudara a acabar con las creencias preconcebidas que tiene la gente sobre los miembros de grupos minoritarios.

Después de analizar las posibles causas de la existencia de los prejuicios y los estereotipos, concluyeron que la ignorancia juega un papel importante y decidieron tratar de acabar con ella a través del ofrecimiento de oportunidades para platicar directamente con las personas “diferentes”.

La primera Biblioteca Viviente de la historia fue instalada en el año 2000 como parte del Festival de Música de Roskilde de Dinamarca, con una lista de 75 “libros”. Desde ese entonces, se han instalado ya más de 120 Bibliotecas Vivientes alrededor del mundo incluyendo a países como Estados Unidos, Japón, Alemania, Finlandia, Suecia, Noruega, Hungría, España, Australia, Gran Bretaña, Canadá, entre otros.

Una de las muchas versiones de la Biblioteca Viviente fue instalada en octubre del año pasado en la segunda ciudad más grande de Finlandia: Tampere. Los organizadores aprovecharon el Festival de Malabares y Payasos que se llevó a cabo en esta ciudad, y decidieron instalarse en uno de los salones de la escuela que fue anfitriona del festival.

Entre sus libros, estaban Mustafá, inmigrante turco de 43 años y Mina, una chica lesbiana de 19 años que hace poco había decidido salir del clóset.

Mustafá

Mustafá llegó a Finlandia en la década de los 80, cuando las empresas de comunicación celular comenzaban a crecer en los países escandinavos. En Turquía, leyó en los clasificados de un periódico que estaban solicitando mano de obra para las fábricas de los teléfonos móviles de Finlandia. Un par de meses después, decidió dejar su país en busca de mejores ingresos y oportunidades de crecimiento profesional.

“En esa época daban las visas de residentes mucho más fácil que ahora y como requerían de mano de obra calificada y barata, la visa me la dieron rápidamente. Desde ese entonces soy residente legal”, explicó con un tono formal mientras se acomodaba la corbata de su traje verde que utiliza para ocasiones especiales.

Decidió participar en esta versión de la Biblioteca Viviente, pues había notado que la discriminación contra los musulmanes ha aumentado sustancialmente desde los ataques terroristas del 11 de septiembre.

“Siento que aún en ciudades como Tampere, donde desde hace varias décadas vive población árabe y musulmana, la gente se te queda viendo en la calle con una mirada como de miedo.

“Yo estoy casado con una mujer finlandesa que decidió convertirse al Islam, por lo que se podría decir que me he adaptado muy bien a la sociedad. Pero no puedo evitar notar que hay mucho desconocimiento ante nuestra gente y nuestra religión”, detalló.

Durante su participación como libro, tuvo que responder a preguntas como: “¿Es cierto que todos los musulmanes son terroristas en potencia?” o escuchar afirmaciones de niños que le comentaron sin tapujos que les daba miedo que los musulmanes que iban por las calles trajeran bombas en sus portafolios.

Ninguno de estos comentarios cambió el semblante tranquilo de Mustafá.

“Estoy acostumbrado a escuchar este tipo de cosas. Pero por eso estoy aquí, para que un musulmán les puedan explicar que nuestra religión es tan respetuosa como las demás y que los terroristas son sólo unos pocos radicales que no nos representan en absoluto”, afirmó.

Mina

Su decisión de salir del clóset no fue fácil. Tuvo que pensarlo 4 años antes de confesárselo a sus padres y a sus amigos más cercanos. A su abuelita no piensa decírselo nunca.

“Cada vez que me pregunta por qué es que no he tenido novio, le digo que sí he tenido pero que no me gusta llevarlos a casa”, comentó.

Contó que cuando decidió confesar sus preferencias sexuales a sus padres, le sorprendió la manera tan tranquila con la que lo tomaron. Pero también le sorprendió que cuando le platicó a sus amigas más cercanas, dos de ellas decidieron dejar de dirigirle la palabra.

Detalles como estos fueron los que tuvo que contar una y otra vez cuando la pedían prestada niños de 10 a 12 años acompañados por sus padres, y cuando un chico homosexual le pidió su consejo sobre la mejor manera de comunicar a sus padres sobre sus preferencias sexuales.

“Creo que es importante que la gente tenga la oportunidad de preguntarme sobre lo que se le ocurra, porque así la próxima vez que conozcan a una lesbiana, en lugar de pensar en todos los estereotipos negativos que se nos atribuyen, recordarán que en realidad somos como cualquier otra persona”, señaló cansada, pues fue uno de los libro más solicitados.

Esta no fue la primera vez que Mina participaba en una Biblioteca Viviente. También se ofreció como voluntaria en la Biblioteca que se instaló el año pasado en Helsinki.

http://living-library.org/index.html

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jueves, 2 de abril de 2009

Las manifestaciones en la City de Londres



















2/04/2009
Londres, Reino Unido. - La mañana del miércoles, la City, como se le conoce a la zona financiera de Londres, tenía un aspecto diferente. Al caminar por sus calles principales, no se escuchaba el resonar de los tacones de las mujeres que salen de las estaciones de metro para correr a la oficina. En el cruce de los semáforos peatonales, tampoco se empujaban para pasar hombres trajeados y con corbata.
Como todos los días entre semana, había gente hablando por teléfono móvil o contestando correos en su Blackberry, mientras en su otra mano cargaba un vaso de Starbucks y sostenía el Financial Times con el antebrazo apoyado contra su cuerpo. Pero esa gente iba vestida de pantalones de mezclilla y una camisa arremangada y sin corbata. Otros vestían una camiseta con un saco informal encima.

La mayoría de los trabajadores de esta zona de la ciudad, habían decidido hacer caso a las recomendaciones de la Policía Metropolitana, que desde un par de semanas antes había sugerido acudir al trabajo con vestimenta informal. Así evitarían ser atacados por los manifestantes que amenazaban con “colgar a los banqueros de los postes”.

En lugar de los trajes, las calles de la City se inundaron de chaquetas de color amarillo fosforescente de los elementos de la Policía Metropolitana de Londres. Alrededor de las 8:00 horas, las entradas de las estaciones de metro de Liverpool Street, Moorgate, Cannon Street y London Bridge estaban vigiladas por grupos de 5 a 10 policías y frente a las puertas de las oficinas corporativas de bancos como el Royal Bank of Scotland, HSBC, NatWest y Abbey se habían instalado vallas metálicas. Los empleados no podían acceder a los edificios sin mostrar su identificación. Además, cada 10 o 15 metros, había una fila de más de 10 elementos policiacos parados sobre la acera vigilando a los transeúntes, tomando fotos a cualquiera que pareciera “sospechoso” y un helicóptero sobrevolaba los alrededores.

Los autobuses que normalmente llegaban repletos de oficinistas estaban vacíos, pues además de las recomendaciones sobre la vestimenta, muchas empresas pidieron a sus empleados salir más temprano de sus casas para evitar quedarse atorados en el tráfico que provocarían los dispositivos de seguridad.

Algunos comercios ubicados sobre las calles que formaban parte de la ruta de las manifestaciones, como tiendas de teléfonos móviles y ópticas, sellaron las ventanas y las puertas de los establecimientos con tablas de madera. La noche anterior, los basureros negros de metal que normalmente se encuentran en cada esquina habían sido retirados. No sólo había que cuidarse de los que vendrían a protestar. También había que evitar ataques terroristas.

A los alrededores del Banco de Inglaterra, la cantidad de policías era notablemente mayor. En todos los cruces peatonales había por lo menos 5 policías y en la azotea del Banco de Inglaterra deambulaban hombres con chalecos amarillo fosforescente que cargaban walkie talkies en la mano.

Las protestas

Los manifestantes comenzaron a arribar a los puntos de encuentro alrededor de las 11:00 horas. Los que quisieran protestar en contra de las Guerras en Iraq y Afganistán partirían de la estación de Moorgate; los que estuvieran en contra de la política ambiental, desde Liverpool Street; los que desearan levantar la voz contra los “crímenes financieros” desde London Bridge y los que quisieran conmemorar el 360 aniversario de la creación de los Diggers, una organización que buscaba justicia para las comunidades agrarias en el siglo 17, arrancarían desde Cannon Street.

Junto con los participantes de las protestas, llegaron camarógrafos, fotógrafos y reporteros. Desde las 9:00, los representantes de los medios de comuncación se comenzaron a instalar frente a las estaciones de metro desde donde partirían los protestantes y algunos fotógrafos se subieron a las estatuas y monumentos para sacar desde ahí sus fotos.

Los estudiantes universitarios como Toby de 23 años, Sophie de 21 y Claire de 28 años se sentaron en las escaleras de la salida de Bishop’s Gate de la estación de Liverpool Street a esperar que empezara a llegar más gente. Tomaron el tren la noche anterior desde Devon, una región al sur de Inglaterra, y llegaron la madrugada del miércoles a Londres. Toby traía la cara pintada con líneas azules alrededor de sus ojos, como formando dos cruces.

“Es para que sobresalga entre los demás manifestantes. Quiero que quede constancia de que estuve aquí, protestando en contra de las políticas ambientales que son poco realistas”, decía tranquilo, mientras voletaba a ver a sus dos compañeras.

“La mayoría venimos en paz y no tenemos la intención de pelear con policías o linchar banqueros”, explicó Claire, mientras se acomodaba sus rastas color rosa, azul, amarillo y verde.

En London Bridge, la cantidad de manifestantes que llegaron era mucho mayor que en Liverpool Street, Cannon Street y Moorgate, y para las 11:15, era imposible pasar sin chocar con la gente. Entre los que se habían dado cita frente a esta estación, estaban “Los Anarquistas”, vestidos todos de negro y con el rostro tapado con bufandas. Sólo sus ojos estaban destapados.

De acuerdo con los diarios británicos y londinenses, tras una rigurosa investigación que incluía el monitoreo de páginas de redes sociales como Facebook y Twitter, la Metropolitan Police había detectado que “Los Anarquistas” tenían intenciones de realizar actos violentos, como ataques contra las instalaciones bancarias y elementos policiacos.

Las participantes comenzaron a avanzar alrededor de las 11:30 desde los cuatro puntos, mientras gritaban consignas contra los banqueros y los líderes del G20 que se reunirían al día siguiente en el centro de exposiciones Excel, al sureste de la ciudad.

Los cuatro grupos comenzaron a llegar alrededor del mediodía frente a las instalaciones del Banco de Inglaterra. La gente bailaba y cantaba y caminaba cargando pancartas con sus demandas.

Trabajadores de la City se asomaban desde las ventanas de los edificios y algunos decidieron salir a las calles a observar.

Para Daria de 27 años, ex empleada de Lehman Brothers que tras ser despedida consiguió trabajo en una firma de corredores de bolsa, la mayoría de los que protestaban eran “hippies y gente que decidió tomarse el día libre de sus trabajos para pasarla bien”.

“Ellos gritan y gritan que los banqueros y los trabajadores de las empresas financieras han provocado la crisis. No niego que sea cierto, y por lo mismo no estoy en contra de las protestas, pero lo que no se ponen a pensar es que nosotros fuimos los primeros en sufrir las consecuencias.

“El año pasado yo trabajaba en Lehman Brothers como analista financiera y en cuanto la empresa se declaró en quiebra, fui despedida y me tuve que dar a la tarea de buscar trabajo”, contaba mientras fumaba un cigarrillo y observaba con los brazos cruzados a los manifestantes.

Otros, como Chris de 25 años, decidieron venir sólo a ver y a tomar fotos.

“Yo no trabajo en la City. Soy médico y mi despacho está en Picadilly. Vine a ver la marcha, porque creo que es algo histórico y no me lo podía perder. Además, me gusta la fotografía, así que estoy viendo qué fotos interesantes puedo tomar.

“Yo sí creo que esto puede ponerse violento. En cuanto la gente comience a darse de empujones con los policías, yo me voy”, cometaba mientras miraba desde atrás de la valla humana que empezaban a formar los elementos policiacos.

Los enfrentamientos

Alrededor de las 12:10, los policías avisaron a algunos representantes de los medios de comunicación y a la gente que estaba cerca de ellos que, si querían salir de la zona en la que estaban congregados los manifestantes, tenían que hacerlo ya. Cinco minutos después, las camionetas que estaban estacionadas en las calles que rodeaban la zona del Banco de Inglaterra comenzaron a moverse, y los elementos anti – disturbios descendieron de ellas.
A los pocos minutos, empezaron los gritos.

“¡Move, move, move!”, decían los uniformados que formaban filas en las calles para impedir el paso de los manifestantes, de los curiosos y de los periodistas.

Al principio, los policías que estaban caminando entre la gente se sorprendieron ante los gritos de sus compañeros, pero poco a poco se movieron hacia donde estaban sus colegas. En menos de cinco minutos, todas las calles por las que se podía caminar hacia el Banco de Inglaterra estaban bloqueadas por filas de chaquetas amarillas.

Los empleados de la zona, que habían bajado a ver la marcha, se mostraban nerviosos por el encierro.

“Necesito volver a mi trabajo, déjeme pasar, yo no vine a protestar”, decía una mujer que cargaba un vaso con café y un sándwich a medio comer. Le pidieron la identificación de la empresa en la que laboraba y después de revisarla, le permitieron salir.

Aprovechando el hueco que se había abierto, varios trabajadores abandonaron el cerco, hasta que de nuevo, se cerraron las filas y se prohibió la salida de cualquiera que no portara una identificación demostrando que trabajaba en la City.

Cada 10 minutos, se escuchaba un grito generalizado de “¡Move!” y los policías daban un paso hacia delante. Cuando una mujer mayor, que traía colgada una pancarta pidiendo acciones contra el cambio climático, se acercó a un uniformado para pedirle que la dejara salir, recibió un empujón y un, “You can not go out”. Extrañada por el trato, pero sin ganas de seguir insistiendo, decidió caminar hacia donde estaban congregados los demás.

Cada vez el cordón humano que habían formado los elementos de seguridad se acercaba más a los que habían acudido a la marcha.

No todos reaccionaron pacíficamente a esta estrategia conocida como “kettle” que consiste en el arrinconamiento de los manifestantes y que, de acuerdo con los medios británicos, ha sido utilizada por la Policía Metropolitana en manifestaciones anteriores.

Miembros del grupo autodenominado como “Los Anarquista”, se resistieron a alejarse de los policías que arrinconaban a los manifestantes y recibieron macanazos.

“Como puedes ver, me dieron un golpe en la nariz y me rompieron un diente”, explicaba Thomas de 19 años a una reportera que le preguntaba qué le había pasado.

“Creo que me rompieron la nariz. Cuando acabe todo esto, iré al hospital. Lo peor de todo es que no hicimos nada. Sólo nos paramos cerca de ellos. Yo tenía las manos levantadas en señal de paz, y me gané unos macanazos. Hay otros que andan por ahí y que traen sangrada la frente y la cara. Ni siquiera nos dejan salir para ir a limpiarnos”, decía con un tono de resignación.

Las calles estuvieron bloqueadas alrededor de 4 horas, y ante la imposibilidad de utilizar sanitarios, unos cuantos decidieron orinar en las puertas del Banco de Inglaterra y en las escaleras que conectaban con la estación del metro de Bank, cuyas puertas estaban también cerradas.

Aprovechando el clima cálido y soleado, algunas mujeres decidieron quitarse sus blusas y se acostaron a tomar el sol en sostén. Otros, se pusieron a bailar al son de música latina que salía de las bocinas que había instalado el grupo de los ambientalistas. Otros, prendieron churros de mariguana.

Con mensajes de texto a teléfonos móviles, algunos recibían noticias de lo que estaba pasando fuera del cordón policial. Fue así como se enteraron de que, un grupo de manifestantes que se había quedado cerca de la estación de Liverpool Street, había destruido las instalaciones de una de las sucursales del Royal Bank of Scotland.

Alrededor de las 16:00 horas, el encierro terminó. Comenzaron a dispersarse los policías que estaban bloqueando algunas calles y la mayoría decidió volver a sus casas. Algunos se metieron a los baños de los McDonalds para irse a lavar las heridas.
Sin embargo, no todos decidieron poner fin a sus protestas y unos cuantos se quedaron y comenzaron a lanzar objetos como botellas vacías o con agua, periódicos y piedras a los uniformados que los habían tenido encerrados por tantas horas. Como resultado, los elementos de seguridad volvieron a cercar a varios participantes que, de acuerdo con los medioslocales, estuvieron sin poder salir de la nueva barrera hasta alrededor de las 20:00 horas.
El único fallecido durante las protestas fue uno de los que se quedó en estas protestas. Según las notas publicadas al respecto, Ian Tomlinson de 47 años, falleció alrededor de las 19:25 horas del miércoles. Si bien los primeros reportes policiales indicaban que el hombre había fallecido por un ataque cardiaco, de acuerdo con información recabada por la Comisión Independiente de Quejas Policiacas (IPCC por sus siglas en inglés), Tomlinson fue golpeado en la cabeza por elementos de la Metropolitan Police y como resultado cayó al piso y falleció. Las investigaciones entorno a este caso aún continúan.

El jueves, la City estaba otra vez llena de hombres con corbata y traje, y mujeres ataviadas con tacones, faldas y sacos. Las calles lucían igual que cualquier otro día. Para muchos, las manifestaciones del día anterior, fueron sólo un motivo de distracción y un buen pretexto para poder trabajar con pantalones de mezclilla.

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domingo, 29 de marzo de 2009

La primera marcha contra el G20









28/03/2009


Londres, Reino Unido - Las estimaciones se quedaron cortas. Las autoridades británicas habían calculado que alrededor de 10 mil personas saldrían a marchar en contra los causantes de la crisis económica actual. Al final, 35 mil salieron a las calles para unirse al descontento contra los banqueros y sus beneficios multimillonarios. También exigieron medidas contra la pobreza, el cambio climático y el desempleo.

Había organizaciones sindicalistas, marxistas, socialistas, ambientalistas, y de defensa de los derechos de los niños. Asimismo aprovecharon el escenario algunas agrupaciones de apoyo a Cuba y a Venezuela, de rechazo a la situación en Gaza, y aquellas que estaban en contra de la invasión militar en Iraq y en Afganistán. Junto a ellos también marcharon estudiantes, académicos, padres de familia, niños, jóvenes y gente que decidió unirse a la primera manifestación masiva desde que estalló la crisis, porque han vivido de cerca las consecuencias.

La cita era a las 12:00 en Victoria Embankment y había otros puntos cerca del centro de Londres desde donde los interesados podían unirse a la marcha denominada “Put People First”.

Al cruzar las puertas de la estación de metro de Embankment, representantes de las agrupaciones involucradas en la organización de la manifestación repartían cada medio metro folletos, revistas, periódicos gratuitos, pancartas, banderas y cascos. Algunos instalaron mesas y aprovecharon para vender los ejemplares atrasados de sus gacetas.

Acá no hubo vendedores de aguas, chicharrones, frutas, jícamas, gorras e impermeables. Sólo llegaron los vendedores de silbatos que los ofrecían a una libra.

Las autoridades locales cerraron un carril de la calle de Victoria Embankment, junto al Río Támesis, y un listón blanco separaba a los manifestantes de los transeúntes y automovilistas. Autobuses de dos pisos llenos de turistas no dejaron de circular al lado de la marcha y los manifestantes se convirtieron en una atracción más para los visitantes a esta ciudad.

La marcha estuvo encabezada por una manta blanca con la leyenda: “Capitalism isn’t working. Another world is possible”. Detrás de ella, caminaban figuras de tela que representaban a los cuatro jinetes del apocalipsis. Unos metros más atrás, un grupo de tambores amenizaba la marcha. Algunos bailaban como si fuera un carnaval y comenzaron a sonar los silbatos.

Los insultos contra los banqueros salían de los altavoces del grupo de “Los Revolucionarios” y el volumen de sus voces aumentó al pasar frente a Downing Street. Entre ellos había un grupo de españoles provenientes de Zaragoza que lograron colar frases en español y después de los gritos de “Revolution!” le seguían algunos como “Somos anticapitalistas” y “Banqueros hijos de puta”.

Hubo también jóvenes que decidieron “disfrazarse” de banqueros y llegaron vestidos de traje y corbata. Cargaban una botella de champaña cerrada y un puro sin prender en la boca. Provocaban a “Los Revolucionarios” con frases como, “Los pobres son flojos y sólo buscan su beneficio”. En una de las provocaciones, los que iban con “Los Revolucionarios” los comenzaron a perseguir a toda velocidad.

Al otro lado del listón blanco, a unos centímetros de los automóviles, elementos de la Metropolitan Police acompañaron todo el tiempo a los participantes. Por aire, un par de helicópteros estuvieron vigilando la ciudad a lo largo del día.

Ya en Picadilly, alrededor de las 14:00 horas, se comenzaban a ver niños sentados en la acera con cara de aburrimiento y, a través de las ventanas de algunos comercios, se asomaban unos cuantos manifestantes que habían decidido tomarse un descanso antes de continuar.

Esta primera manifestación fue pacífica y concluyó con un par de discursos en la esquina de los oradores de Hyde Park, donde desde 1872 está permitido quejarse de los políticos y de la monarquía británica sin consecuencias legales, y un concierto de The Kooks.

El miércoles inician otra serie de manifestaciones y las autoridades londinenses están advertidas sobre posibles actos de violencia. De acuerdo con medios locales, desplegarán más de 3 mil elementos de seguridad.
Los trabajadores de las zonas financieras de Canary Wharf y la City de Londres han recibido comunicados internos en los que les advierten sobre las protestas y les han sugerido cambiar su vestimenta por una informal mientras dure la reunión del G20.

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jueves, 26 de marzo de 2009

La crisis de cerca

De acuerdo con cifras oficiales, el desempleo en el Reino Unido superó las 2 millones de personas. Esta tasa de desempleo es la más alta desde 1997.

He aquí dos ejemplos de lo que viven millones en estos días.

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El ex reclutador financiero
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Londres, Reino Unido - Vestido con una chamarra verde obscuro con los codos descocidos y el cierre roto, y unos pantalones de mezclilla con parches en las rodillas y con rastros de tierra, Thomas de 34 años presume que hasta hace unos meses su ingreso le daba para pagarse la renta de un departamento cerca de Canary Wharf, la nueva zona financiera de Londres, y cenas en restaurantes de lujo. Lo cuenta después de haber cenado una sopa minestrone con tocino y un pudín de pan en una iglesia metodista que da comidas gratis a los desempleados y a los sin techo del oeste de Londres.

Perdió el empleo hace 6 meses. Llevaba 2 años trabajando como reclutador externo para el sector financiero. Sin ninguna advertencia previa, le pidieron que desocupara su escritorio y le entregaron un sobre con 3 mil libras de liquidación y una carta que explicaba los motivos de su despido.

Desde que la crisis comenzó a empeorar, las contrataciones en el sector financiero disminuyeron significativamente.

“Me daban un porcentaje de los sueldos que conseguíamos para nuestros clientes. Los sueldos que se ofrecían en el sector financiero a veces llegaban a cifras de millones de libras al año”, explica sentado en una silla desvencijada que tomó prestaba de la oficina del pastor de la iglesia.

Ahora duerme en un sofá que le acomodó su hermano en el garaje de su casa y si bien su cuñada le ofreció proveerlo de 3 comidas diarias mientras consiguiera emplearse de nuevo, sólo acepta un té negro con leche y azúcar por la mañana y sale a buscar empleo en el internet gratuito de la biblioteca pública que queda a media hora caminando. Distrae el estómago durante todo el día, se sienta a leer periódicos gratuitos en algún parque que se le cruce en el camino, y al llegar la noche se va a cenar a la iglesia metodista de Hammersmith.

“No me gusta venir a comer comida gratis y formarme en la misma fila con gente que lleva toda su vida durmiendo en las calles. Sé que ese no es mi destino y que pronto conseguiré un trabajo.

“No ha sido nada fácil, ¿sabes? Como mi sueldo base era muy bajo, mi liquidación fue de tan sólo 3 mil libras y la renta que pagábamos era de casi mil libras al mes. Hasta las personas más cercanas, como mi novia, se alejaron de mí y ahora mis mejores amigos están aquí, porque entienden por lo que paso y no me critican”, dice con tono serio.

La mayoría de los comensales del comedor comunitario son hombres mayores y traen bolsas de plástico vacías que llenan de pedazos de pan y de frutas. Del bolsillo derecho de la chamarra verde de Thomas asoma un plátano.

Cuenta que ha aplicado a por lo menos 30 puestos de trabajo desde que está desempleado, pero lo han llamado únicamente para un par de entrevistas. Está desesperado y evita el contacto con antiguos compañeros de trabajo, que de vez en cuando le escriben a su correo gratuito para saber cómo va con la búsqueda.

“No quiero decirles que llevo 6 meses buscando empleo sin éxito alguno”, explica mientras baja la mirada. Se niega a dar su nombre completo y no le ha dicho a nadie cómo es que vuelve sin hambre por las noches a dormir.

Admite que ha comenzado a aplicar a trabajos que no tienen nada que ver con su experiencia como reclutador. Oficios como profesor de matemáticas, mesero y carpintero figuran en la sección de intereses de su curriculum.

Con tal de poder dormir en una cama y poder comer las tres comidas diarias, está dispuesto a empezar desde cero.

“Estoy seguro de que esta crisis es pasajera y que muy pronto podré volver a tener un trabajo estable”, comenta mientras se levanta de la silla y se retira. Pide que no lo contactemos de nuevo. Es un episodio de su vida que no quiere volver a hablar con desconocidos.

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El ex obrero
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Port Talbot, Reino Unido - Geraint relata a diario las peripecias de conseguir un empleo en época de crisis a través de su blog, http://ivebeencreditcrunched.blogspot.com/ .

Al día siguiente de haber sido despedido de su empleo más reciente, decidió iniciar su blog para ocuparse en algo más que cuidar a su hijo de 3 años, limpiar la casa y alimentar a los dos gatos y a los dos peces.

“He trabajado por 16 años con pocas interrupciones, a excepción de cuando me despidieron de Sony hace 3 años. En ese entonces decidí tomarme 6 meses para ayudar a mi esposa en sus últimos meses de embarazo, lo cuál fue maravilloso, pero tuve que volver a trabajar porque se nos terminaba el dinero.

“Conseguí un puesto en Bosch haciendo alternadores, el cuál era un trabajo aburrido, pero el sueldo era bueno, así que pensé que las cosas iban por buen camino. Sin embargo, los mercados globales comenzaron a desacelerarse y pensé que el futuro en Bosch no era seguro, así que me cambié a una empresa llamada Pure Water”, cuenta en el post del 3 de diciembre del 2008.

El día que renunció a Bosch, anunciaron recortes en la producción y creyó que se había salvado de quedar en la fila de los desempleados. Sin embargo, dos meses después, Pure Water despidió a todo el personal que estaba en entrenamiento, como Geraint.

Ahora su esposa Samantha trabaja medio tiempo como mesera en una cafetería de un amigo, pues el seguro de desempleo del Estado no le alcanza para seguir pagando ni la hipoteca, ni la pantalla plana de plasma, ni el reproductor de DVDs, ni el auto, ni ninguno de los lujos que se daban cuando ganaba el doble que sus compañero de la planta por aceptar turnos de 23:00 a 7:00.

La cena de navidad la pagaron los padres de Samantha y desde que perdió su empleo, los visitaban para revisar qué les faltaba en el refrigerador y volvían media hora después con la despensa.

La tercera semana de enero, desocuparon la casa que está hipotecada y se mudaron con los padres de Samantha. Mientras Geraint consigue un nuevo empleo, destinan íntegro el apoyo del gobierno de menos de 300 libras al mes y el sueldo de Samantha para el pago de la hipoteca.

“Es una casa que no queremos perder. Ahorramos tanto para poder dar el primer pago y le hemos invertido tanto tiempo en los arreglos que nos dolería muchísimo tener que entregarla al banco.

“Cuando la compramos, la soñamos como la casa donde crecería mi hijo. Por eso acepté la oferta de dejarla por el momento e irnos con mis suegros. Lo que ahorramos en el pago de luz, agua y gas, lo destinamos al pago de la hipoteca”, explica con una sonrisa algo forzada sentado junto a su hijo que ve la televisión a todo volumen.

Geraint es famoso en Gales, donde estaciones locales como la BBC Wales lo ha entrevistado en unas 3 ocasiones. Su historia ha aparecido también en periódicos locales y en la televisión. Sin embargo, eso no le ha ayudado a conseguir empleo.

Su última entrevista de trabajo la tuvo el pasado 3 de marzo, pero competían con él otros 600 por un solo puesto.

“No estaba destinado para ese puesto”, dice en su blog.

No ha actualizado el blog desde el 9 de marzo de este año. La última vez que se ausentó por varias semanas, explicó que era porque ante tantos rechazos, se había desanimado, pero finalmente decidió volver a escribir. Han pasado ya más de dos semanas sin un nuevo post.

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