viernes, 30 de abril de 2010

Farewell, Mr. Brown... Hello, Mr. Clegg

Unas horas antes del tercer y último debate entre los líderes de los principales partidos políticos del Reino Unido, las redes sociales como Facebook lanzaban encuestas como: "¿Qué regalo de despedida le darías a Gordon Brown"? Al menos de que algo extraordinario pasara, el debate que se llevaría a cabo en Brimingham sería la despedida del actual Primer Ministro. Y todo apunta a que así fue. 

De acuerdo con los resultados más recientes de las casas encuestadoras, el Partido Laborista sigue en el tercer sitio, detrás de los conservadores y los liberales demócratas. Si bien los porcentajes de preferencia apuntan a que en el próximo Parlamento ningún partido tendrá mayoría absoluta, las posibilidades de que los laboristas conserven el número de curules necesarios para elegir al próximo Primer Ministro son cada vez menores.

Ya que todo parece indicar que se establecerá un Parlamento en el que ningún partido tendrá la mayoría absoluta, los acuerdo se lograrían únicamente mediante alianzas. Los políticos británicos tendrán que comenzar a aplicar sus mejores técnicas de negociación para poder implementar las medidas anunciadas durante las campañas.

Partidos como el Liberal Demócrata pasarán de ser un partido sin posibilidad de influir en la toma de decisiones, a ser un partido clave al que tendrán que acudir los conservadores y los laboristas para formar alianzas y gobernar.

Nick Clegg, líder del Partido Liberal Demócrata podría ser, a partir del 7 de mayo, uno de los hombres más poderosos del Reino Unido.

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martes, 20 de abril de 2010

Nothing is decided, yet...



El pasado jueves 15 de abril, el Reino Unido vivió un momento histórico. Por primera vez, los candidatos de los tres partidos más grandes que contenderán en las elecciones generales a celebrarse el próximo 6 de mayo, participaron en un debate que fue televisado por la cadena privada ITV.

Ese día, los periódicos publicaron planas enteras explicando a sus lectores las reglas del debate y qué se esperaba de cada uno de los candidatos. Las grandes casas de apuestas invitaban a los británicos a apostar por el posible ganador del evento.

Por la personalidad de cada uno de los candidatos, todo apuntaba a que el ganador sería David Cameron, líder del Partido Conservador. Aún cuando sus asesores han luchado por cambiar la imagen de "niño rico" que le ha impedido ganar popularidad entre los británicos de bajos ingresos, su carisma, su juventud y sus críticas contra las políticas laboristas le habían ayudado a mantener una ligera ventaja ante Gordon Brown, el líder de los laboristas.

Si bien Brown estaba sólo unos cuantos puntos debajo de Cameron, el carácter más bien hosco y malhumorado del Primer Ministro y su imagen de hombre serio hacían que las apuestas con respecto al resultado del debate se inclinaran hacia su contrincante Tory.

Nick Clegg, por su parte, era un candidato prácticamente desconocido. La encomienda del líder del Partido Liberal Demócrata era la de salir del anonimato.

Dadas las circunstancias, se esperaba que el debate se centrara en el enfrentamiento entre Cameron y Brown.

Sin embargo - y para sorpresa de muchos- el ganador del debate fue el hasta ese entonces desconocido Nick Clegg.

Clegg supo aprovechar bien la mala imagen que generó el escándalo relacionado con los gastos excesivos e injustificados en los que incurrieron varios Miembros del Parlamento el año pasado. La posibilidad de contar con un gobierno que acabaría con los viejos vicios fue bien recibida por la población.

Además, mientras cuestionaba los resultados de las políticas implementadas en las últimas dos décadas por los dos grandes partidos, se notaba tranquilo y seguro ante las cámaras.

De acuerdo con encuestas realizadas por los principales medios de comunicación al final del debate, el 52% de los británicos que presenciaron el evento declararon que el ganador había sido Clegg. El 25% le dio su apoyo a Cameron y el 18% a Brown.

Más de cinco días después, el apoyo al Partido Liberal Demócrata se ha mantenido a la alza. De acuerdo con la encuesta realizada por The Guardian/ICM esta semana, ante la pregunta: “¿Quién cree que llevaría al Reino Unido en la dirección correcta?”, el 30% respondió que David Cameron, el 26% que Nick Clegg y el 26% que Gordon Brown.

Si se toma en cuenta que la semana anterior los porcentajes eran: 42% David Cameron, 29% Gordon Brown y 12% Nick Clegg, el escenario ha cambiado dramáticamente.

Algunos columnistas políticos incluso han comenzado a comparar al líder de los liberales demócratas con Barak Obama, actual Presidente de Estados Unidos, por el inesperado salto que ha logrado en las preferencias de los electores.

El próximo jueves se llevará a cabo el segundo debate, el cuál se centrará principalmente en temas relacionados con la política internacional del Reino Unido. Las expectativas son ahora mayores y la pregunta es: ¿Podrá Clegg mantener el creciente apoyo que logró tras su participación en el primer debate?

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miércoles, 14 de abril de 2010

Who cares about the British general elections, anyway?

That is how I feel whenever I read a Mexican or Latinamerican newspaper and try to look for any news articles related to the British electoral campaigns and I find nothing.

Clearly, the candidates taking part in the race to rule this country are not as charming and appealing as Barak Obama, and none of them are controversial enough to attract the attention of international media outside Europe. However, this week's The Economist gives us some interesting reasons about why the British general elections are actually quite relevant. 

According to the weekly magazine, the general elections "... matters domestically because Britain, after a decade and a half of strong, steady growth, has been knocked off track by savage recession and turmoil in the financial world it once dominated. Its public finances are in an almighty mess, its budget deficit at a post-war high of 11.8% of GDP. Britain has lost its political bearings too. The New Labour model, which aimed at social justice paid for by the fruits of more or less free-market capitalism, ran out of puff roughly when the money did. The state has grown, personal freedom has shrunk, and it is not clear that people are much the better for it.
The election matters outside Britain as well. Britain’s is the single most reliable voice for open markets, inside and outside the European Union. It has been ready to act on behalf of others, not just at gunpoint in Sierra Leone or Iraq or Afghanistan, but also in spearheading aid for the world’s poorest. When banks around the globe were going belly-up, Britain came up with answers fastest, and it must be an important part of worldwide re-regulation. Some things will be the same whoever wins. Free trade and open markets, for example, are in the DNA of this island nation. But others will not. It is hard to have influence in Europe if you do not have allies there; and, with money tight at home, some will be more inclined to spray it around the world than others."





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