martes, 25 de mayo de 2010

Un día con los indígenas británicos

La siguiente crónica fue escrita como parte del Taller de Periodismo Narrativo impartido por el cronista chileno, Juan Pablo Meneses. El texto fue publicado en la página electrónica de la revista Etiqueta Negra. (http://etiquetanegra.com.pe/blog/periodismoportatil/)


UN DÍA CON LOS INDÍGENAS BRITÁNICOS


Por Hanako Taniguchi Ponciano


Los miembros del Partido Nacional Británico se han adjudicado la misión de defender los derechos de los llamados “indígenas británicos”. Pese al rechazo que han generado en la opinión pública británica y europea, el número de votantes que les dan su apoyo va en aumento.

Para asegurarse de sus orígenes, Simon Darby decidió hacerse una prueba de ADN. Los resultados le confirmaron que podía seguir definiéndose como un “indígena británico”. De acuerdo con los análisis realizados en un laboratorio del Reino Unido, sus antepasados eran vikingos, celtas y anglosajones y en el árbol genealógico de su familia nunca se ha mezclado sangre “no europea”.

Su tez blanca llena de pecas, sus ojos azules y hundidos, sus brazos velludos y su complexión media y de estatura más bien baja, hacen difícil confundir a este hombre de 46 años con un africano, un asiático o un latinoamericano. Sin embargo, para el vicepresidente y vocero del Partido Nacional Británico (BNP por sus siglas en inglés) fue de fundamental importancia contar con evidencia científica que lo respaldara como representante legítimo en la defensa de los intereses de los habitantes originarios de esta isla.

Darby presume ser uno de los pocos defensores de las antiguas tradiciones británicas. Para él y sus compañeros de partido es inaceptable que cada día cierren más pubs y que en su lugar se construyan mezquitas; que en algunas escuelas de Londres, el 70% de los alumnos no hablen el inglés como lengua materna; y que en los hogares se consuman cada vez más platillos de origen oriental.

Al igual que varios miembros del BNP, él es un personaje polémico. La revista inglesa Searchlight publicó en abril del 2009, una fotografía del vocero del BNP haciendo un saludo nazi durante un evento organizado por el partido ultraderechista italiano Forza Nuova.

Sentado en una de las sillas que acomodó para nuestra charla en las oficinas del partido en la Alcaldía de Londres, lo primero que me confiesa es que de unos años para acá, siente miedo al caminar por las calles. Sin importar que en los escritorios que están sólo a unos metros de nosotros se alcanzan a ver secretarias con tez morena y cabellos rizados, e incluso una joven con una pañoleta negra que cubre sus cabellos, se inclina hacia mí y me dice que en las ciudades grandes y llenas de inmigrantes como Londres y Birmingham, la mayoría de las víctimas de los crímenes son de piel blanca.

Pese a que según cifras oficiales, más del 92% de la población en el Reino Unido es de origen anglosajón, Darby asegura que en unos 30 años los blancos serán minoría. Dice que de no tomar acciones para detener la llegada de extranjeros, los indígenas británicos habrán perdido todos sus derechos y beneficios.

De acuerdo con el último censo realizado por el gobierno británico, la minoría étnica más grande es la de los indios, que constituyen el 1.8% de la población. Le siguen los paquistaníes que representan el 1.3% y los británicos mixtos que alcanzan el 1.2%.

Si bien la Oficina Nacional de Estadísticas reportó que 427 mil extranjeros salieron del país en el 2008 - el número más alto de emigrantes en los últimos cinco años - el BNP prefiere ignorar éstos datos.

Sus principales propuestas son: la deportación de los más de 2 millones de inmigrantes ilegales; la expatriación de todos los delincuentes cuyo origen no sea británico (aunque ya hayan nacido aquí y tengan la nacionalidad); el ofrecimiento de subvenciones monetarias para promover que los residentes no - británicos salgan del país definitivamente y rechazar todas las solicitudes de asilo político.

Por los estatutos abiertamente racistas y las cláusulas que imposibilitaban la entrada de no – blancos a las filas del partido, una corte civil sancionó legalmente al BNP en el 2009 y le prohibió registrar a nuevos miembros hasta que no modificara su plataforma.

Darby me dice orgulloso que hay más de 6 mil británicos en espera de ser registrados. De nuevo con una sonrisa, me recuerda que el BNP obtuvo el 6% de los votos en las elecciones locales y europeas del 2009 – 943,598 votos en total-. Dado el creciente apoyo que han recibido en el municipio londinense de Barking y Dagenham, el BNP lanzó a su líder, Nick Griffin, como candidato a representante parlamentario por este distrito electoral en las elecciones generales a celebrarse el 6 de mayo del 2010.

Le propongo acompañar a Richard Barnbrook, concejal del BNP en Barking y Dagenham, durante un día para comprobar yo misma este creciente apoyo.

***

Sábado, 11:00 am, estación de Becontree, Barking y Dagenham, Londres

Esta zona al este de Londres, donde el BNP ha ganado cada vez más votos, no es diferente al resto de los barrios de la ciudad. Las calles principales están llenas de tiendas de comida rápida que venden pescado empanizado y patatas fritas, kebabs y hamburguesas, alguna que otra panadería y tiendas de indios o paquistaníes que venden cervezas, vinos y comida enlatada. Un sábado a las 11 de la mañana como hoy, uno se cruza con mujeres robustas, de origen africano que caminan con bolsas del supermercado en una mano, mientras tiran la mano de sus hijos con la otra; con hombres delgados y vestidos de blanco, que andan silenciosos, casi tímidos, con un gorro pequeño en la cabeza y que cargan el Corán y con adolescentes que pese al frío salen sólo vestidos con una camiseta sobre unos pantalones de mezclilla que les quedan tan grandes que van arrastrándolos por el suelo. Entre ellos hay también algunos obreros de tez blanca, vestidos con pantalones obscuros llenos de polvo y manchas de pintura, pero es imposible saber a primera vista si son polacos o ingleses.

Unos 30 minutos después de las 11:00, Richard Barnbrook desciende de un Toyota color plateado tras besar en los labios a una mujer de unos 40 años, de cabellera rubia y larga y de cara pálida. Barnbrook, de 49 años, es un hombre alto y rubio con un corte de cabello estilo militar, que se peina con gel como formando picos hacia arriba. Pese a que ayer nevó todo el día y que las aceras están cubiertas todavía de nieve y hielo, sólo viste un traje sastre beige que adorna con un pin con el escudo del municipio y una corbata dorada. Sus manos rojas y resecas no llevan guantes.

Me acerco a saludarlo, y los tres hombres que estaban también esperando su llegada se me quedan mirando fijamente. Lucen confundidos hasta que Barnbrook les explica que los acompañaré en su jornada sabatina de repartición de volantes por las calles del barrio de Creekmouth.

Bob Bailey - un hombre de unos 50 años, de espalda ancha, de ojos cafés claros y vestido con una chaqueta roja y un gorro negro - que también es concejal de éste municipio, en lugar de saludarme cruza los brazos y comienza a interrogarme sobre mis orígenes y mi estatus migratorio en Londres.

-¿Por qué tienes un nombre japonés y nos dices que eres mexicana?

-Mi padre es japonés y mi madre es mexicana. Yo nací en México.

-Y, ¿qué haces en Londres? ¿Has venido únicamente a investigar sobre el BNP o vives aquí?

-Vivo en Londres desde hace tres años.

-¿Trabajas?

-Sí, trabajo.

-¿Legalmente? Es decir, ¿tienes permiso de trabajo?

-Claro. La empresa en la que trabajo me lo tramitó.

El interrogatorio que todos escuchan con atención es interrumpido por la llegada de un Mondeo azul que se detiene frente a la estación. De él, baja otro hombre blanco, con cabello muy corto y canoso y saluda a todos de mano. Bailey le explica que yo me iré en el auto con ellos. El conductor lo mira desconcertado, pero me abre la puerta trasera de lado derecho.

Como no cabemos los seis, Barnbrook camina hasta su casa, que está a unas cuadras de la estación. Nosotros lo seguimos en el auto. En el trayecto, las preguntas sobre mi estancia en este país son sustituidas por explicaciones sobre la ideología del BNP. Matthew - un hombre robusto, de 32 años, de cabello castaño, y por supuesto de tez blanca, que está sentado junto al conductor - me trata de explicar que en realidad no son tan racistas como los medios se han encargado de señalar.

-Por ejemplo, yo tengo una novia peruana.

-¿Y ella sabe que vienes a repartir volantes del BNP todos los sábados?

-Claro. Nuestras demandas y políticas no son diferentes a las de los descendientes de los Incas en Perú. Ella entiende que los indígenas deben proteger sus intereses porque son los habitantes originarios y los inmigrantes no tienen ningún derecho a acabar con nuestras tradiciones.

La conversación se detiene cuando el auto se estaciona frente a la casa de Barnbrook. El concejal que antes de ingresar al BNP fue miembro activo del Partido Laborista por más de cinco años, tiene dos grandes banderas colgadas al lado de la entrada de su casa: la de Gran Bretaña y la de Inglaterra. Además, junto a las ventanas del segundo piso, está pegada una manta de 2 x 2 metros con el logo del BNP.

Barnbrook se acerca al auto, y tras revisar el mapa, subraya las calles que se cubrirán hoy. El conductor, Robert, abre la cajuela del auto y saca bolsas de plástico que reparte a los presentes, seguidas de folletos que introducen en las bolsas antes de iniciar el recorrido a pie. Los folletos tienen impresas fotos de los concejales del BNP en la zona –el partido obtuvo 12 de los 15 puestos disponibles en las elecciones locales del 2004 – y las acciones que hasta ahora han implementado. En la contraportada del folleto de cuatro páginas, hay una caricatura de la representante parlamentaria del Partido Laborista, Margaret Hodge, que la muestra entregando llaves de casas a musulmanes y africanos. La caricatura la titulan: “La realidad detrás de los problemas de vivienda en Barking y Dagenham”.

***

Sobre las principales calles de Creekmouth, se asoman edificios de interés social que son grandes y viejos, y cuyas paredes están pintadas de azul, rojo o verde obscuro. Tienen también unas cuatro o cinco filas de pequeñas ventanas empañadas por la mugre y el calor dentro de los departamentos, y se alcanzan a ver adornos navideños. Aunque en la pared junto a las entradas hay paneles con números para introducir los códigos de seguridad, las puertas están abiertas. Las teclas están llenas de polvo como si hace mucho ya nadie las utilizara.

Yo sigo a Barnbrook que se desvía hacia una calle que da a una zona con casas del mismo color y con exactamente la misma fachada. Barnbrook abre las pequeñas puertas de metal que dividen a la acera del jardín y comienza a introducir los volantes por los orificios para el correo que hay en las entradas.

Cuando va por la quinta casa, un hombre de unos sesenta años, robusto, alto, blanco y con lentes gruesos, le reclama molesto que ha olvidado cerrar la puerta de metal. Cuando Barnbrook voltea, el hombre se da cuenta de que es un folleto del BNP, se disculpa y le levanta el dedo gordo de la mano derecha para mostrarle su apoyo. Barnbrook sonríe con satisfacción y continúa con su trayecto. Me mira de reojo para comprobar que fui testigo de lo sucedido.

Amas de casa que le gritan desde lejos a Barnbrook para que vuelva y se tome un té con ellas, y hombres acompañados de su esposa e hijos que lo ven repartiendo desde sus autos y le tocan el claxon para saludarlo, son algunas otras escenas que ocurren mientras caminamos. Aunque siempre los que lo saludan y lo felicitan son británicos blancos, los africanos u orientales que ven los folletos no salen a reclamar nada.

Después de tres horas y más de 500 folletos repartidos, los seis nos reunimos frente a un pub cuyas puertas y ventanas están selladas con tablas de madera pintadas de azul turquesa. Son cerca de las 15:30, pero ya comienza a obscurecer y nos frotamos las manos mientras esperamos a que Barnbrook termine de escribir los nombres de las calles recorridas en una libreta.

Nos empezamos a despedir y no puedo evitar pensar que represento muchas de las cosas contra las que ellos están luchando.

2010 podría ser un año clave para el BNP. Si las tendencias se mantienen como hasta ahora – con cada vez más votantes y más miembros - tal vez logren tener al primer representante “indígena” en el Parlamento. Aunque, a diferencia de lo que esto implicaría en países latinoamericanos, su presencia será poco celebrada dentro y fuera del Reino Unido. 



NOTA:
Este texto fue escrito antes de la celebración de las elecciones generales en el Reino Unido. Contrario a lo pronosticado, los resultados electorales en el municipio de Barking y Dagneham fueron desfavorables para el candidato del BNP, Nick Griffin. El partido perdió también más de 12 asientos en el consejo local que dominaban desde el 2004.

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