jueves, 26 de agosto de 2010

Promesas incumplidas...

He estado tentada a cerrar este blog, cambiarle el nombre, borrar todas las entradas e iniciar de nuevo.

El cambio de ciudad y el regreso al país en el que nací, me han hecho pensar que debería de clausurar un espacio que me ayudó a publicar las reflexiones que pasaban por mi mente mientras vivía en Londres.

Aunque me prometí contar las historias que me tocó atestiguar durante mi estancia en tierras británicas, lo cierto es que no alcancé a redactarlas en su totalidad. Aún tengo un puñado de cosas que contar. Están apuntadas en mis libretas y en mis cuadernos de viaje en espera de ser publicadas en este espacio con audiencias reducidas.

Anoto esta explicación por si alguien pasa por este blog y se pregunta por qué se sigue llamando igual y sigue sólo contando historias relacionadas con el Reino Unido.

Buscaré cumplir con las promesas que me hice de contar historias como extranjera y observadora de una cultura que no es la mía.

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sábado, 7 de agosto de 2010

El largo y difícil camino de vuelta a casa





Los últimos tres meses de mi estancia en Londres, visité una vez por semana uno de los Centros de Detención de Inmigrantes. Mis visitas las llevé a cabo como parte de un voluntariado que realicé con una organización civil que le da apoyo emocional a los inmigrantes que están detenidos en una especie de cárceles. He aquí una pequeña crónica de mis visitas a alguien que conocí bajo el nombre de Ahmet.

El largo y difícil camino de vuelta a casa

Por Hanako Taniguchi Ponciano

Entrar ilegalmente a un país tiene sus complicaciones. Pero salir de él, aún con una orden de deportación, tampoco es tan fácil como parece. El caso de Ahmet es un ejemplo claro.

Ahmet, el persa albino

Por primera vez en mucho tiempo, Ahmet quiere volver a casa. Pero su nacionalidad se lo impide. Desde hace más de tres meses tiene en su mano una orden de deportación que en teoría lo obligaría salir inmediatamente del Reino Unido. Sin embargo, sigue encerrado en el Centro de Detención de Inmigrantes de Colnbrook, ubicado al oeste de Londres. Los roces diplomáticos entre Irán y el Reino Unido han imposibilitado su regreso. 

Ahmet es un iraní de 31 años y a diferencia de la mayoría de los persas, es rubio, de piel blanca – casi transparente – con ojos claros. Es albino. 

Hablamos por primera vez una noche de marzo en uno de los 10 Centros de Detención de Inmigrantes con los que cuenta el Reino Unido. Con su inglés marcado con un fuerte acento persa, me contó que lleva ya casi 12 años fuera de Irán y que no tenía intenciones de volver pronto. Todo cambió cuando fue sorprendido con un pasaporte falso intentando viajar de Londres a Canadá. Tuvo mala suerte. Un oficial de migración en el aeropuerto de Heathrow notó algo raro en el documento que había usado sin problema hasta ese día.

Después de una media hora de haber iniciado nuestra charla, me confesó que Ahmet no era su nombre real. Es el nombre que decidió ponerse cuando mandó a hacerse su primer pasaporte falso. Con él entró a Alemania y a Holanda, lugares en los que vivió cinco años respectivamente. Con ese mismo documento llegó en el 2007 al Reino Unido. Prefirió no decirme cuál era su nombre real. Si nos volvíamos a ver después, y le generaba suficiente confianza, tal vez lo haría. Antes no.

Tras ser sorprendido, estuvo preso tres meses y tres semanas en la prisión de Portsmouth, una pequeña ciudad porteña al sur de Inglaterra. Después de cumplir su condena, lo trasladaron al Centro de Detención de Inmigrantes de Colnbrook, que queda a unos 5 minutos en autobús de Heathrow e, irónicamente, junto a un hotel de lujo con vista a los aviones que despegan del aeropuerto más concurrido del mundo. La abogada que le asignó el gobierno británico le había asegurado que en máximo un mes lo deportarían a Irán. Ya se había hecho a la idea de que después de 12 años de haber salido de Teherán, volvería a ver a sus padres y a sus dos hermanos. 

Su viaje estaba programado para finales de marzo. La fecha era perfecta para llegar a celebrar el año nuevo persa. Su boleto a Teherán era sólo de ida. Las autoridades estaban tramitando que a su llegada pudiera recibir algo de dinero. Así es como lo indica la Organización Internacional para la Migración (OIM), de la cuál es parte el Reino Unido. En teoría, Irán también es parte de esta organización. Sin embargo, hace poco la oficina de la OIM decidió cerrar su sede en Irán por presiones políticas. Y ahora, los iraníes que desean volver a su país de origen protegiéndose en las leyes internacionales están imposibilitados para hacerlo. El gobierno británico no quiere asumir las responsabilidades de ser acusado de enviar a iranís de vuelta a su país sin cumplir con las reglas internacionales. Así que hasta que encuentre la forma de hacerlo, Ahmet no puede volver a casa.

Los centros detención de inmigrantes

El propósito de los Centros de Detención o Traslado de Inmigrantes es el de albergar a los extranjeros que pronto serán deportados. Los motivos de deportación van desde haberse quedado más de lo que permite una visa, haber entrado ilegalmente al país, haber cometido un crimen siendo extranjero o que la solicitud de asilo político haya sido rechazada. 

Estar en un Centro de Detención o Traslado de Inmigrantes es intimidante. Por los niveles de seguridad que se manejan, es como si se estuviera entrando a una cárcel de máxima seguridad donde asesinos múltiples y violadores están encerrados. En realidad, la mayoría de los detenidos no han cometido mayor delito que intentar burlar a las autoridades migratorias. 

La rutina de revisión siempre es la misma. Una oficial que porta un gafete con un nombre en polaco imposible de pronunciar me pide que le muestre mi pasaporte y un comprobante de domicilio. Después de haber ingresado mis datos personales al sistema, me pide que me pare frente a una pequeña cámara que está colocada junto a la pared. Acto seguido, me dice que coloque mis dedos índice y medio de ambas manos. Mientras, imprime mi gafete y me recuerda que lo debo de portar en todo momento. De lo contrario, me obligarán a abandonar las instalaciones de inmediato. Se sabe de memoria las líneas que tiene que repetir cada vez que llegan visitantes.

Al salir del centro de registro de visitantes, camino unos 3 metros para ingresar al edificio principal. Al cruzar la entrada, aparece una puerta gruesa de metal con una pequeña ventana de cristal. Para que el oficial en turno pueda abrirla, debo de poner mi dedo índice en un detector con una luz roja, como un lector de código de barras, pero en éste caso, de huellas digitales. Sólo después de que el sistema ha identificado la huella digital que registré hace algunos minutos, abre la pesada puerta con un ruido estruendoso. Espero a que se cierre la primera puerta para que se abra otra puerta igual de pesada y escandalosa. 

Después, sigue la revisión personalizada. Se debe aguardar a que un agente de seguridad aparezca para hacer la revisión. Hay unos pequeños sillones azules donde me siento a esperar. En la pared de enfrente está pegada una hoja con una lista de objetos que no se pueden introducir –pasadores, pinzas para cabello y gorros – y una advertencia: los oficiales tienen el derecho de revisar hasta por debajo de la lengua, literalmente. 

Como soy mujer, debo de esperar a que una agente se desocupe. Unos minutos después, aparece una mujer rubia de unos 40 años, vestida con un pantalón negro y una chaqueta azul obscuro. Primero me pide que extienda mis brazos hacia los lados, a la altura de mis hombros. 

Pasa sus manos por todo el cuerpo, debajo de las axilas y entre las piernas. Me dice que debo de levantar un poco mi blusa para que pueda pasar sus manos por los bordes del pantalón a la altura de la cintura. Después me pide que me quite los zapatos, revisa el interior de los zapatos y me pide que le muestre la planta de mis pies. Dependiendo del humor de la mujer que me revisa, a veces debo abrir la boca y pegar la lengua a mi paladar. A veces no. Después, espero a que otro oficial me lleve a la sala de visitas. 

Aparece un hombre alto, de origen africano y de cabello rizados con un juego de llaves que cuelgan de su cinturón. Lo sigo y después de subir unas escaleras, llegamos a la sala en la que los detenidos reciben a sus visitantes. Antes de pasar a la sala, me piden de nuevo poner mi dedo índice en el lector rojo. Suena un timbre al otro lado del mostrador. El agente de seguridad en turno saca sus llaves y me abre la puerta. Por fin me puedo sentar a charlar con Ahmet.

Una larga espera

A lo largo de las visitas que he hecho a Ahmet, me ha ido confesando detalles sobre su vida antes de que llegara al Reino Unido. Una vez me contó que es apasionado del boxeo y que de pequeño soñaba ser boxeador profesional, “como Oscar de la Hoya” y se emociona al saber que soy mitad mexicana. 

Otras veces me cuenta que no salió de Irán por cuestiones económicas. Su familia, de hecho, no necesita de ingresos extras. Su padre se dedica a la inspección de las plataformas petroleras al norte de Irán y su hermana y su esposo tienen dos tiendas de muebles que les han permitido mantenerse bien, aunque con pocos lujos. Dice que él salió de Irán porque no encajaba.

“Soy blanquísimo y me sentía fuera de lugar, así que a los 18 años salí de Irán y me dije que no volvería jamás”.

Sin embargo, admite que cuando le dijeron que lo regresarían a Irán, de pronto le nacieron ganas de volver a ver a su familia y de estar en su país de origen.

Algunas veces se nota más desesperado que otras por el encierro. Confiesa que se siente asfixiado. Las habitaciones tienen ventanas que no se abren y los espacios comunes como los comedores o el gimnasio tienen ventilación artificial.

Su estancia aquí no ha sido fácil. Como él, la mayoría de los internos desconocen cuándo es que van a salir de su encierro que parece durar, casi siempre, más de lo esperado. Aún cuando el gobierno británico asegura que los Centros de Detención de Inmigrantes no son cárceles, sino estancias temporales con facilidades culturales y deportivas, Ahmet recuerda que había menos seguridad en la prisión de Portsmouth y que allá los carceleros eran más amables.

La ansiedad y la incertidumbre han empujado a algunos a tomar medidas desesperadas. En una de mis visitas me cuenta que un día, encontraron a un muchacho marroquí de 19 años tirado en el piso y echando espuma por la boca. Se rumoraba que al borde de la desesperación decidió mezclar crema para cuerpo, crema para afeitar, shampoo y acondicionador e ingirió la mezcla. Llevaba días sin comer, así que el efecto fue peor. Lo tuvieron que llevar de emergencia al hospital. Ya ahí, confesó que se la pasaba deprimido y que tenía pensamientos suicidas. Fue deportado dos días después.

Ahmet no me niega que a él también se le ha pasado por la cabeza hacerse daño físico para ver si así aceleran su proceso. Pero siempre que lo vuelvo a ver, me dice que desistió de hacer algo radical. Algo lo hace permanecer paciente. Me confiesa que le emociona la posibilidad de ver a su madre y a su padre y conocer en persona a su sobrina. 

Al principio contaba los días que había estado encerrado pensando que serían pocos. Cuando se dio cuenta que llevaba ya más de 100, dejó de hacerlo. Prefiere no hacerse demasiadas ilusiones. Desde hace unas semanas, nos despedimos con un abrazo emotivo, pues dice, podría ser la última vez que nos veamos. Sin embargo, cada semana toma las llamadas con ese mismo acento persa y una voz que suena cada vez más cansada.

Con el tiempo me he ganado su confianza y ya conozco su nombre real. No puedo negar que me da gusto verlo, pero secretamente deseo que no me vuelva a contestar el teléfono y que me digan que se fue en el último vuelo a Irán.

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martes, 25 de mayo de 2010

Un día con los indígenas británicos

La siguiente crónica fue escrita como parte del Taller de Periodismo Narrativo impartido por el cronista chileno, Juan Pablo Meneses. El texto fue publicado en la página electrónica de la revista Etiqueta Negra. (http://etiquetanegra.com.pe/blog/periodismoportatil/)


UN DÍA CON LOS INDÍGENAS BRITÁNICOS


Por Hanako Taniguchi Ponciano


Los miembros del Partido Nacional Británico se han adjudicado la misión de defender los derechos de los llamados “indígenas británicos”. Pese al rechazo que han generado en la opinión pública británica y europea, el número de votantes que les dan su apoyo va en aumento.

Para asegurarse de sus orígenes, Simon Darby decidió hacerse una prueba de ADN. Los resultados le confirmaron que podía seguir definiéndose como un “indígena británico”. De acuerdo con los análisis realizados en un laboratorio del Reino Unido, sus antepasados eran vikingos, celtas y anglosajones y en el árbol genealógico de su familia nunca se ha mezclado sangre “no europea”.

Su tez blanca llena de pecas, sus ojos azules y hundidos, sus brazos velludos y su complexión media y de estatura más bien baja, hacen difícil confundir a este hombre de 46 años con un africano, un asiático o un latinoamericano. Sin embargo, para el vicepresidente y vocero del Partido Nacional Británico (BNP por sus siglas en inglés) fue de fundamental importancia contar con evidencia científica que lo respaldara como representante legítimo en la defensa de los intereses de los habitantes originarios de esta isla.

Darby presume ser uno de los pocos defensores de las antiguas tradiciones británicas. Para él y sus compañeros de partido es inaceptable que cada día cierren más pubs y que en su lugar se construyan mezquitas; que en algunas escuelas de Londres, el 70% de los alumnos no hablen el inglés como lengua materna; y que en los hogares se consuman cada vez más platillos de origen oriental.

Al igual que varios miembros del BNP, él es un personaje polémico. La revista inglesa Searchlight publicó en abril del 2009, una fotografía del vocero del BNP haciendo un saludo nazi durante un evento organizado por el partido ultraderechista italiano Forza Nuova.

Sentado en una de las sillas que acomodó para nuestra charla en las oficinas del partido en la Alcaldía de Londres, lo primero que me confiesa es que de unos años para acá, siente miedo al caminar por las calles. Sin importar que en los escritorios que están sólo a unos metros de nosotros se alcanzan a ver secretarias con tez morena y cabellos rizados, e incluso una joven con una pañoleta negra que cubre sus cabellos, se inclina hacia mí y me dice que en las ciudades grandes y llenas de inmigrantes como Londres y Birmingham, la mayoría de las víctimas de los crímenes son de piel blanca.

Pese a que según cifras oficiales, más del 92% de la población en el Reino Unido es de origen anglosajón, Darby asegura que en unos 30 años los blancos serán minoría. Dice que de no tomar acciones para detener la llegada de extranjeros, los indígenas británicos habrán perdido todos sus derechos y beneficios.

De acuerdo con el último censo realizado por el gobierno británico, la minoría étnica más grande es la de los indios, que constituyen el 1.8% de la población. Le siguen los paquistaníes que representan el 1.3% y los británicos mixtos que alcanzan el 1.2%.

Si bien la Oficina Nacional de Estadísticas reportó que 427 mil extranjeros salieron del país en el 2008 - el número más alto de emigrantes en los últimos cinco años - el BNP prefiere ignorar éstos datos.

Sus principales propuestas son: la deportación de los más de 2 millones de inmigrantes ilegales; la expatriación de todos los delincuentes cuyo origen no sea británico (aunque ya hayan nacido aquí y tengan la nacionalidad); el ofrecimiento de subvenciones monetarias para promover que los residentes no - británicos salgan del país definitivamente y rechazar todas las solicitudes de asilo político.

Por los estatutos abiertamente racistas y las cláusulas que imposibilitaban la entrada de no – blancos a las filas del partido, una corte civil sancionó legalmente al BNP en el 2009 y le prohibió registrar a nuevos miembros hasta que no modificara su plataforma.

Darby me dice orgulloso que hay más de 6 mil británicos en espera de ser registrados. De nuevo con una sonrisa, me recuerda que el BNP obtuvo el 6% de los votos en las elecciones locales y europeas del 2009 – 943,598 votos en total-. Dado el creciente apoyo que han recibido en el municipio londinense de Barking y Dagenham, el BNP lanzó a su líder, Nick Griffin, como candidato a representante parlamentario por este distrito electoral en las elecciones generales a celebrarse el 6 de mayo del 2010.

Le propongo acompañar a Richard Barnbrook, concejal del BNP en Barking y Dagenham, durante un día para comprobar yo misma este creciente apoyo.

***

Sábado, 11:00 am, estación de Becontree, Barking y Dagenham, Londres

Esta zona al este de Londres, donde el BNP ha ganado cada vez más votos, no es diferente al resto de los barrios de la ciudad. Las calles principales están llenas de tiendas de comida rápida que venden pescado empanizado y patatas fritas, kebabs y hamburguesas, alguna que otra panadería y tiendas de indios o paquistaníes que venden cervezas, vinos y comida enlatada. Un sábado a las 11 de la mañana como hoy, uno se cruza con mujeres robustas, de origen africano que caminan con bolsas del supermercado en una mano, mientras tiran la mano de sus hijos con la otra; con hombres delgados y vestidos de blanco, que andan silenciosos, casi tímidos, con un gorro pequeño en la cabeza y que cargan el Corán y con adolescentes que pese al frío salen sólo vestidos con una camiseta sobre unos pantalones de mezclilla que les quedan tan grandes que van arrastrándolos por el suelo. Entre ellos hay también algunos obreros de tez blanca, vestidos con pantalones obscuros llenos de polvo y manchas de pintura, pero es imposible saber a primera vista si son polacos o ingleses.

Unos 30 minutos después de las 11:00, Richard Barnbrook desciende de un Toyota color plateado tras besar en los labios a una mujer de unos 40 años, de cabellera rubia y larga y de cara pálida. Barnbrook, de 49 años, es un hombre alto y rubio con un corte de cabello estilo militar, que se peina con gel como formando picos hacia arriba. Pese a que ayer nevó todo el día y que las aceras están cubiertas todavía de nieve y hielo, sólo viste un traje sastre beige que adorna con un pin con el escudo del municipio y una corbata dorada. Sus manos rojas y resecas no llevan guantes.

Me acerco a saludarlo, y los tres hombres que estaban también esperando su llegada se me quedan mirando fijamente. Lucen confundidos hasta que Barnbrook les explica que los acompañaré en su jornada sabatina de repartición de volantes por las calles del barrio de Creekmouth.

Bob Bailey - un hombre de unos 50 años, de espalda ancha, de ojos cafés claros y vestido con una chaqueta roja y un gorro negro - que también es concejal de éste municipio, en lugar de saludarme cruza los brazos y comienza a interrogarme sobre mis orígenes y mi estatus migratorio en Londres.

-¿Por qué tienes un nombre japonés y nos dices que eres mexicana?

-Mi padre es japonés y mi madre es mexicana. Yo nací en México.

-Y, ¿qué haces en Londres? ¿Has venido únicamente a investigar sobre el BNP o vives aquí?

-Vivo en Londres desde hace tres años.

-¿Trabajas?

-Sí, trabajo.

-¿Legalmente? Es decir, ¿tienes permiso de trabajo?

-Claro. La empresa en la que trabajo me lo tramitó.

El interrogatorio que todos escuchan con atención es interrumpido por la llegada de un Mondeo azul que se detiene frente a la estación. De él, baja otro hombre blanco, con cabello muy corto y canoso y saluda a todos de mano. Bailey le explica que yo me iré en el auto con ellos. El conductor lo mira desconcertado, pero me abre la puerta trasera de lado derecho.

Como no cabemos los seis, Barnbrook camina hasta su casa, que está a unas cuadras de la estación. Nosotros lo seguimos en el auto. En el trayecto, las preguntas sobre mi estancia en este país son sustituidas por explicaciones sobre la ideología del BNP. Matthew - un hombre robusto, de 32 años, de cabello castaño, y por supuesto de tez blanca, que está sentado junto al conductor - me trata de explicar que en realidad no son tan racistas como los medios se han encargado de señalar.

-Por ejemplo, yo tengo una novia peruana.

-¿Y ella sabe que vienes a repartir volantes del BNP todos los sábados?

-Claro. Nuestras demandas y políticas no son diferentes a las de los descendientes de los Incas en Perú. Ella entiende que los indígenas deben proteger sus intereses porque son los habitantes originarios y los inmigrantes no tienen ningún derecho a acabar con nuestras tradiciones.

La conversación se detiene cuando el auto se estaciona frente a la casa de Barnbrook. El concejal que antes de ingresar al BNP fue miembro activo del Partido Laborista por más de cinco años, tiene dos grandes banderas colgadas al lado de la entrada de su casa: la de Gran Bretaña y la de Inglaterra. Además, junto a las ventanas del segundo piso, está pegada una manta de 2 x 2 metros con el logo del BNP.

Barnbrook se acerca al auto, y tras revisar el mapa, subraya las calles que se cubrirán hoy. El conductor, Robert, abre la cajuela del auto y saca bolsas de plástico que reparte a los presentes, seguidas de folletos que introducen en las bolsas antes de iniciar el recorrido a pie. Los folletos tienen impresas fotos de los concejales del BNP en la zona –el partido obtuvo 12 de los 15 puestos disponibles en las elecciones locales del 2004 – y las acciones que hasta ahora han implementado. En la contraportada del folleto de cuatro páginas, hay una caricatura de la representante parlamentaria del Partido Laborista, Margaret Hodge, que la muestra entregando llaves de casas a musulmanes y africanos. La caricatura la titulan: “La realidad detrás de los problemas de vivienda en Barking y Dagenham”.

***

Sobre las principales calles de Creekmouth, se asoman edificios de interés social que son grandes y viejos, y cuyas paredes están pintadas de azul, rojo o verde obscuro. Tienen también unas cuatro o cinco filas de pequeñas ventanas empañadas por la mugre y el calor dentro de los departamentos, y se alcanzan a ver adornos navideños. Aunque en la pared junto a las entradas hay paneles con números para introducir los códigos de seguridad, las puertas están abiertas. Las teclas están llenas de polvo como si hace mucho ya nadie las utilizara.

Yo sigo a Barnbrook que se desvía hacia una calle que da a una zona con casas del mismo color y con exactamente la misma fachada. Barnbrook abre las pequeñas puertas de metal que dividen a la acera del jardín y comienza a introducir los volantes por los orificios para el correo que hay en las entradas.

Cuando va por la quinta casa, un hombre de unos sesenta años, robusto, alto, blanco y con lentes gruesos, le reclama molesto que ha olvidado cerrar la puerta de metal. Cuando Barnbrook voltea, el hombre se da cuenta de que es un folleto del BNP, se disculpa y le levanta el dedo gordo de la mano derecha para mostrarle su apoyo. Barnbrook sonríe con satisfacción y continúa con su trayecto. Me mira de reojo para comprobar que fui testigo de lo sucedido.

Amas de casa que le gritan desde lejos a Barnbrook para que vuelva y se tome un té con ellas, y hombres acompañados de su esposa e hijos que lo ven repartiendo desde sus autos y le tocan el claxon para saludarlo, son algunas otras escenas que ocurren mientras caminamos. Aunque siempre los que lo saludan y lo felicitan son británicos blancos, los africanos u orientales que ven los folletos no salen a reclamar nada.

Después de tres horas y más de 500 folletos repartidos, los seis nos reunimos frente a un pub cuyas puertas y ventanas están selladas con tablas de madera pintadas de azul turquesa. Son cerca de las 15:30, pero ya comienza a obscurecer y nos frotamos las manos mientras esperamos a que Barnbrook termine de escribir los nombres de las calles recorridas en una libreta.

Nos empezamos a despedir y no puedo evitar pensar que represento muchas de las cosas contra las que ellos están luchando.

2010 podría ser un año clave para el BNP. Si las tendencias se mantienen como hasta ahora – con cada vez más votantes y más miembros - tal vez logren tener al primer representante “indígena” en el Parlamento. Aunque, a diferencia de lo que esto implicaría en países latinoamericanos, su presencia será poco celebrada dentro y fuera del Reino Unido. 



NOTA:
Este texto fue escrito antes de la celebración de las elecciones generales en el Reino Unido. Contrario a lo pronosticado, los resultados electorales en el municipio de Barking y Dagneham fueron desfavorables para el candidato del BNP, Nick Griffin. El partido perdió también más de 12 asientos en el consejo local que dominaban desde el 2004.

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jueves, 13 de mayo de 2010

Las alianzas y el nuevo gobierno británico

Cinco días después de haberse celebrado las elecciones generales en el Reino Unido, finalmente se oficializó la alianza entre el Partido Conservador y el Partido Liberal Demócrata. Fueron cinco días llenos de incertidumbre en los que los liberales demócratas parecían estarse moviendo como un péndulo entre los tories y los laboristas. Sin embargo, el martes por la noche Gordon Brown renunció a su puesto de Primer Ministro y fue a despedirse de la reina. Acto seguido, David Cameron, líder de los conservadores, se presentó ante la monarca y le pidió su venia para convertirse en el nuevo Primer Ministro.

Pese a los esfuerzos de Gordon Brown por intentar una alianza con los liberales demócratas, parece ser que las negociaciones nunca se concretaron. Cuando el lunes por la noche, Brown anunció por primera vez la posibilidad de dimitir a su puesto, explicó que lo haría con el fin de promover que las negociaciones entre los laboristas y liberales demócratas avanzaran sin obstáculos. Estas declaraciones generaron especulaciones en los medios de comunicación y alguna que otra declaración de descontento por parte de los conservadores que sospechaban que el líder de los liberales demócratas, Nick Clegg, y su equipo estaban negociando secretamente con Brown. Todo parece indicar que tan sólo fue una estratagema del ex Primer Ministro para que los liberales demócratas consideraran seriamente la posibilidad de unirse con los laboristas, asunto que no sucedió.

Contrario a lo que buscaba obtener, con sus declaraciones desesperadas Brown ayudó a que los liberales demócratas consiguieran ofertas mucho más jugosas de los conservadores. Al verse ante la posibilidad de perder una alianza que les daría la mayoría absoluta, los tories ofrecieron a los correligionarios de Clegg la celebración de un referéndum sobre el sistema  electoral británico; desistieron en su propuesta de disminuir los impuestos a las herencias y les ofrecieron ocupar puestos en el gabinete. Sería un gobierno de coalición completo.

La del martes fue una larga noche para los liberales demócratas. Tras haber recibido ya las ofertas formales por parte de los conservadores, convocaron a sus futuros miembros del parlamento (MP) y figuras claves del partido para poner a votación la alianza. Por reglas internas del partido, un líder debe contar con el apoyo de la mayoría de los MPs al momento de tomar decisiones cruciales para los liberales demócratas. Así que Clegg y su equipo de negociadores se dieron a la tarea de informar bajo qué términos se daría este gobierno de coalición en el que Clegg sería nombrado Vice Primer Misnitro. De acuerdo con columnistas políticos, la reunión se extendió hasta la 1 de la madrugada del miércoles pero no hubo mayor problema para que la alianza fuera autorizada.

Antes enemigos, ahora, ¿amigos?

El miércoles por la mañana, circulaban ya fotos de David Cameron y Nick Clegg parados frente al número 10 de Downing Street. Los dos aparecían sonrientes y su lenguaje corporal mostraba seguridad y comodidad.

Cuando a las 14:20 dio inicio la primera conferencia de prensa conjunta de los flamantes Primer  Ministro y Vice Primer Ministro, habían muchas especulaciones sobre cómo sería la relación de poder entre los dos. Resultó ser que al ser de la misma edad – Clegg es tan sólo tres meses mayor que Cameron – y provenir de familias acomodadas, los dos personajes tienen aires muy parecidos. Fuentes cercanas a los dos líderes habían señalado que desde antes la relación entre los dos había sido cordial, hecho que se vio reflejado en la conferencia de prensa. Los líderes se mostraron relajados y hasta hubo espacio para las bromas.

Los twitteros políticos comenzaron a lanzar comentarios como: ¿qué es esto, una pareja de comediantes?

Los integrantes de éste gobierno de coalición están tan seguros de que su alianza será duradera que, dentro de las medidas a implementar, está la de mantener el mismo parlamento por lo menos por los próximos cinco años. Para poder disolverlo antes de ese tiempo, el 55% de los MPs deberán respaldar la decisión.

Si bien no se descartan fricciones entre las dos fracciones de éste nuevo gobierno, todo parece indicar que por el momento las cosas se han solucionado de manera conveniente para ambos lados.

Aún cuando lo puestos clave de nuevo gabinete fueron asignados a los conservadores más cercanos a Cameron, los liberales demócratas lograron obtener puestos con importancia considerable. He aquí la lista del nuevo gabinete.

Primer Ministro: David Cameron (Líder del Partido Conservador)

Vice Primer Ministro: Nick Clegg (Líder del Partido Liberal Demócrata)

Ministro de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth: Willian Hague (Conservador)

Ministro del Exchequer: George Osborne (Conservador)

Ministro del Tesoro: David Laws (Liberal demócrata)

Ministro de Empresas: Vince Cable (LD)

Ministro de Energía y Cambio Climático: Chris Huhne (LD)

Ministro para Escocia: Danny Alexander (LD)

Ministro de Defensa: Liam Fox (Conservador)

Ministra del Interior: Theresa May (Conservadora)

Ministro de Sanidad: Andrew Lansley (Conservador)

Ministro de Justicia: Ken Clarke (Conservador)

Ministro de Comunidades: Eric Pickles (Conservador)

Ministro de Trabajo y Pensiones: Ian Duncan Smith (Conservador)

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lunes, 10 de mayo de 2010

Las negociaciones políticas en el Reino Unido

Desde el pasado viernes, no ha habido fuerza humana que me despegue de la televisión, del internet y de los periódicos. 

Gracias a las redes sociales como twitter, a los blogs políticos de los periódicos más importantes del Reino Unido y a las transmisiones continuas de la BBC y Sky News sobre las negociaciones con miras al establecimiento del próximo gobierno británico, muchos hemos podido seguir de cerca lo que es sin duda uno de los momentos históricos más importantes para éste país. 

Desde 1974 no se había dado una situación en la que ningún partido lograra mayoría en el Parlamento. En ese entonces, el Partido Conservador no logró convencer a los liberales para que formaran una coalición y con tan sólo cuatro asientos más que los laboristas, los conservadores tuvieron que gobernar con la llamada figura del "parlamento en minoría".

Aún es pronto para saber hacia donde se inclinará la balanza. O en éste caso, qué decidirán hacer los copartidarios de Nick Clegg. Hasta hace unas horas todo parecía indicar que la alianza tories - liberales demócratas se concretaría pronto. 

Sin embargo, hace unos minutos, el aún Primer Ministro, Gordon Brown salió a declarar que estaba dispuesto a renunciar a su puesto, con tal de que las negociaciones con los liberales demócratas avanzaran hacia la constitución de lo que llamó "una alianza progresiva".

Aún cuando varios miembros del Partido Liberal Demócrata han dicho sentirse ideológicamente más cercanos a los laboristas, Clegg declaró que apoyaría al partido con la mayor cantidad de votos y la mayor cantidad de asientos. Fue por eso que las negociaciones iniciaron con un acercamiento entre Cameron y Clegg. 

Todo parecería indicar que la oferta de los conservadores no fue lo suficientemente buena y los liberales demócratas han decidido voltear hacia los laboristas. 

Sin duda, la decisión que Clegg y sus correligionario tienen en sus manos no es la más sencilla. De hecho, es complicadísima. Sin embargo, el tiempo apremia. Si los líderes no logran llegar pronto a un acuerdo, los mercados podrían comenzar a anticipar un escenario de inestabilidad política y ésto acabaría debilitando aún más a la libra esterlina.

Como decían algunos columnistas: ésta bien podría ser una situación de ensueño para los liberales demócratas, pero parece más bien una pesadilla. 

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domingo, 2 de mayo de 2010

Nick Clegg: el hombre que sacudió a la política británica

Hasta el pasado 15 de abril, Nick Clegg era un político más bien desconocido. Aunque desde diciembre del 2007 es líder del Partido Liberal Demócrata, sus declaraciones nunca se llevaban la nota de ocho columnas. Era casi imposible encontrar una foto de él en la primera plana de un diario de circulación nacional. Todo cambió a partir de las 20:30 horas del 15 de abril. Desde ese momento, Nick Clegg se convirtió en un político que muchos comenzaron a asociar con la posibilidad de cambiar las viejas prácticas políticas en el Reino Unido. Algunos incluso lo llegaron a apodar “el Obama británico”.

En realidad, ni él ni sus copartidarios se imaginaban que las cosas darían un giro tan espectacular. Dentro y fuera del Partido Liberal Demócrata, Vince Cable - el antecesor de Clegg- era mucho más popular y respetado que el líder actual. Cuando Clegg defendía la posición de los liberales demócratas en el Parlamento, los conservadores y los laboristas sonreían con una mezcla de burla y lástima; los enlaces en vivo de la BBC o Sky News volteaban la cámara a sus presentadores para que comentaran las propuestas de los dos grandes partidos.

Ese jueves por la noche, cuando bajó del escenario instalado al interior de los estudios televisivos de ITV en Manchester, estrechó la mano de David Cameron, líder de los conservadores, y la de Gordon Brown, líder de los laboristas y actual Primer Ministro. Clegg recuerda lo nervioso que seguía cuando comenzó a saludar los espectadores sentados en la primera fila. La llamada de Miriam, su esposa de origen español – y que no había podido volver al Reino Unido por las cenizas del volcán que había hecho erupción en Islandia - fue lo que le hizo caer en la cuenta de que había salido de las sombras.

“Estuviste espectacular”, le dijo. Los resultados de las encuestas confirmaron las palabras de Miriam.

Sondeos realizados por firmas como Ipsos Mori, ICM, ComRes y los principales medios de comunicación británicos, lo colocaron como el ganador del primer debate político televisado en la historia del Reino Unido.

Al día siguiente, las cosas habían cambiado completamente. Las solicitudes de acreditación de periodistas que deseaban viajar en el autobús de campaña amarillo incrementaron significativamente y el teléfono de su coordinador de campaña no dejaba de sonar. De pronto los autos que pasaban justo al autobús tocaban el claxon en señal de apoyo. Clegg había pasado, literalmente de la noche a la mañana, de ser un desconocido a ser casi un héroe nacional.

No sólo los diarios comenzaron a publicar en primera plana sus declaraciones y fotos estrechando la mano de la gente frente a supermercados, sino que los periódicos de corte derechista comenzaron a atacarlo sin compasión.

Diarios como el Daily Telegraph, Daily Mail y The Sun, que declararon abiertamente su apoyo a líder de los tories, buscaron por todos lados y descubrieron que había trabajado en Bruselas para una empresa de cabildeo político que representa intereses de firmas con “una mala imagen pública”. Además descubrieron que Clegg había eliminado deliberadamente su paso por ésta empresa de su curriculum publicado en el portal del Partido Liberal Demócrata.

También encontraron que donaciones para su partido fueron transferidas a su cuenta personal. Pero no pudieron con la “Cleggmanía”. Así que acudieron a golpes más bajos y desesperados como acusarlo de nazi y calificarlo como “poco británico”, por ser hijo de una holandesa y un británico de origen ruso.

Los ataques no lo debilitaron ni un poco. Al contrario, lo fortalecieron ante la parte del electorado británico que dice estar cansada de los políticos. Clegg y su partido se posicionaron como un grupo de gente distinta, que no se vio involucrada en el escándalo de los gastos parlamentarios del año pasado (aunque algunos liberales demócratas también arreglaron sus jardines con cargo al erario público).

Haber sido desconocidos por tanto tiempo, haber sido el tercer partido que nadie tomaba muy en serio, se había vuelto algo afortunado y positivo. Y lograron cambiar el curso de las campañas para siempre.

Un político muy europeo
Aunque haya sido comparado con Barak Obama, Nick Clegg dista de ser tan carismático como el actual Presidente de Estados Unidos. Como aseguraban varios columnistas, Clegg es de esos británicos “normales” con los que uno se pude cruzar por la calle sin prestarle mucha atención.

La comparación no viene por que la personalidad de Clegg y Obama sean similares, sino porque los dos fueron el factor sorpresa en una contienda cuyos resultados parecían estar previamente determinados. En el caso de Obama, el momento clave se dio en enero del 2008, cuando ganó inesperadamente el caucus de Iowa. En el caso de Clegg, fue el 15 de abril del 2010, cuando desbancó a David Cameron como el ganador del primer debate.

Hijo de madre holandesa y padre mitad británico, mitad ruso, el líder de los liberales demócratas podría bien ser uno de los políticos más pro europeos del Reino Unido. Tras haber estudiado Antropología Social en la Universidad de Cambridge, estudió Filosofía Política en la Universidad de Minnesota y después un máster en Asuntos Europeos en el Colegio Europeo de Bélgica.

Fue periodista financiero en Nueva York, en Londres y en Budapest y trabajó cinco años en la oficina del entonces vicepresidente de la Comisión Europea, Leon Brittan. Habla cinco idiomas con fluidez: inglés, español, holandés, francés y alemán.

Algunos críticos de Clegg señalan que al ser tan pro europeo, podría comenzar a impulsar políticas que históricamente han sido un tabú en el Reino Unido. Entre ellas, la adopción del euro como la moneda británica.

Pero el aproximadamente 30% de los electores que han mostrado su apoyo al líder de los liberales demócratas no parecen estar tan preocupados ni por el origen de Clegg ni por sus políticas pro europeístas. Mientras cumpla con acabar con el duopolio laborista – conservador, seguirán dándole su apoyo. Y así lo muestran las más recientes encuestas.

Aún cuando el ganador del tercer y último debate televisivo fue David Cameron, el porcentaje de apoyo a Clegg quedó casi intacto.

Hoy, a tres días de que se lleven a cabo los comicios, los resultados son más inciertos que nunca. Los liberales demócratas se lograron posicionar tan bien en el imaginario de los votantes que los laboristas ahora ocupan el tercer lugar en las preferencias y los conservadores se disputan el primer puesto con el partido al que nunca tomaron en serio.

Sólo resta ver si la “Cleggmanía” se traducirá en votos el próximo 6 de mayo. 

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viernes, 30 de abril de 2010

Farewell, Mr. Brown... Hello, Mr. Clegg

Unas horas antes del tercer y último debate entre los líderes de los principales partidos políticos del Reino Unido, las redes sociales como Facebook lanzaban encuestas como: "¿Qué regalo de despedida le darías a Gordon Brown"? Al menos de que algo extraordinario pasara, el debate que se llevaría a cabo en Brimingham sería la despedida del actual Primer Ministro. Y todo apunta a que así fue. 

De acuerdo con los resultados más recientes de las casas encuestadoras, el Partido Laborista sigue en el tercer sitio, detrás de los conservadores y los liberales demócratas. Si bien los porcentajes de preferencia apuntan a que en el próximo Parlamento ningún partido tendrá mayoría absoluta, las posibilidades de que los laboristas conserven el número de curules necesarios para elegir al próximo Primer Ministro son cada vez menores.

Ya que todo parece indicar que se establecerá un Parlamento en el que ningún partido tendrá la mayoría absoluta, los acuerdo se lograrían únicamente mediante alianzas. Los políticos británicos tendrán que comenzar a aplicar sus mejores técnicas de negociación para poder implementar las medidas anunciadas durante las campañas.

Partidos como el Liberal Demócrata pasarán de ser un partido sin posibilidad de influir en la toma de decisiones, a ser un partido clave al que tendrán que acudir los conservadores y los laboristas para formar alianzas y gobernar.

Nick Clegg, líder del Partido Liberal Demócrata podría ser, a partir del 7 de mayo, uno de los hombres más poderosos del Reino Unido.

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martes, 20 de abril de 2010

Nothing is decided, yet...



El pasado jueves 15 de abril, el Reino Unido vivió un momento histórico. Por primera vez, los candidatos de los tres partidos más grandes que contenderán en las elecciones generales a celebrarse el próximo 6 de mayo, participaron en un debate que fue televisado por la cadena privada ITV.

Ese día, los periódicos publicaron planas enteras explicando a sus lectores las reglas del debate y qué se esperaba de cada uno de los candidatos. Las grandes casas de apuestas invitaban a los británicos a apostar por el posible ganador del evento.

Por la personalidad de cada uno de los candidatos, todo apuntaba a que el ganador sería David Cameron, líder del Partido Conservador. Aún cuando sus asesores han luchado por cambiar la imagen de "niño rico" que le ha impedido ganar popularidad entre los británicos de bajos ingresos, su carisma, su juventud y sus críticas contra las políticas laboristas le habían ayudado a mantener una ligera ventaja ante Gordon Brown, el líder de los laboristas.

Si bien Brown estaba sólo unos cuantos puntos debajo de Cameron, el carácter más bien hosco y malhumorado del Primer Ministro y su imagen de hombre serio hacían que las apuestas con respecto al resultado del debate se inclinaran hacia su contrincante Tory.

Nick Clegg, por su parte, era un candidato prácticamente desconocido. La encomienda del líder del Partido Liberal Demócrata era la de salir del anonimato.

Dadas las circunstancias, se esperaba que el debate se centrara en el enfrentamiento entre Cameron y Brown.

Sin embargo - y para sorpresa de muchos- el ganador del debate fue el hasta ese entonces desconocido Nick Clegg.

Clegg supo aprovechar bien la mala imagen que generó el escándalo relacionado con los gastos excesivos e injustificados en los que incurrieron varios Miembros del Parlamento el año pasado. La posibilidad de contar con un gobierno que acabaría con los viejos vicios fue bien recibida por la población.

Además, mientras cuestionaba los resultados de las políticas implementadas en las últimas dos décadas por los dos grandes partidos, se notaba tranquilo y seguro ante las cámaras.

De acuerdo con encuestas realizadas por los principales medios de comunicación al final del debate, el 52% de los británicos que presenciaron el evento declararon que el ganador había sido Clegg. El 25% le dio su apoyo a Cameron y el 18% a Brown.

Más de cinco días después, el apoyo al Partido Liberal Demócrata se ha mantenido a la alza. De acuerdo con la encuesta realizada por The Guardian/ICM esta semana, ante la pregunta: “¿Quién cree que llevaría al Reino Unido en la dirección correcta?”, el 30% respondió que David Cameron, el 26% que Nick Clegg y el 26% que Gordon Brown.

Si se toma en cuenta que la semana anterior los porcentajes eran: 42% David Cameron, 29% Gordon Brown y 12% Nick Clegg, el escenario ha cambiado dramáticamente.

Algunos columnistas políticos incluso han comenzado a comparar al líder de los liberales demócratas con Barak Obama, actual Presidente de Estados Unidos, por el inesperado salto que ha logrado en las preferencias de los electores.

El próximo jueves se llevará a cabo el segundo debate, el cuál se centrará principalmente en temas relacionados con la política internacional del Reino Unido. Las expectativas son ahora mayores y la pregunta es: ¿Podrá Clegg mantener el creciente apoyo que logró tras su participación en el primer debate?

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miércoles, 14 de abril de 2010

Who cares about the British general elections, anyway?

That is how I feel whenever I read a Mexican or Latinamerican newspaper and try to look for any news articles related to the British electoral campaigns and I find nothing.

Clearly, the candidates taking part in the race to rule this country are not as charming and appealing as Barak Obama, and none of them are controversial enough to attract the attention of international media outside Europe. However, this week's The Economist gives us some interesting reasons about why the British general elections are actually quite relevant. 

According to the weekly magazine, the general elections "... matters domestically because Britain, after a decade and a half of strong, steady growth, has been knocked off track by savage recession and turmoil in the financial world it once dominated. Its public finances are in an almighty mess, its budget deficit at a post-war high of 11.8% of GDP. Britain has lost its political bearings too. The New Labour model, which aimed at social justice paid for by the fruits of more or less free-market capitalism, ran out of puff roughly when the money did. The state has grown, personal freedom has shrunk, and it is not clear that people are much the better for it.
The election matters outside Britain as well. Britain’s is the single most reliable voice for open markets, inside and outside the European Union. It has been ready to act on behalf of others, not just at gunpoint in Sierra Leone or Iraq or Afghanistan, but also in spearheading aid for the world’s poorest. When banks around the globe were going belly-up, Britain came up with answers fastest, and it must be an important part of worldwide re-regulation. Some things will be the same whoever wins. Free trade and open markets, for example, are in the DNA of this island nation. But others will not. It is hard to have influence in Europe if you do not have allies there; and, with money tight at home, some will be more inclined to spray it around the world than others."





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lunes, 22 de marzo de 2010

Elecciones generales en el Reino Unido

El pasado 9 de marzo, Alistair Daling salió del número 10 de Dawning Street cargando un viejo portafolio de piel que meneó sonriente frente a los representantes de los medios de comunicación. Siguiendo la tradición británica, el Ministro de Hacienda mostró el maletín que contenía el presupuesto a discutirse éste año.

En ésta ocasión, dicho gesto también fue una señal que desató especulaciones en cuanto a la fecha de las próximas elecciones generales.

De acuerdo con el análisis de diarios y thinktanks, existen altas probabilidades de que las elecciones se celebren el próximo 6 de mayo.

¿Cómo se llegó a ésta conclusión?

Junto con el descarapelado portafolio de piel, Darling anunció que el presupuesto sería entregado al Parlamento el próximo 24 de marzo. Como consecuencia, los Miembros del Parlamento discutirán el documento durante la semana del 29 de marzo. De ahí, se espera que todo el Reino Unido salga de vacaciones por semana santa, del 2 al 5 de abril.

El 6 de abril, Brown se dirigirá al Palacio de Buckingham para disolver el Parlamento con el permiso de la Reina. Por los tiempos políticos y por la situación económica, se ha asumido que las elecciones generales se celebrarán el próximo 6 de mayo, fecha en la que se llevarán a cabo también elecciones locales en diferentes condados del país. Celebrar elecciones locales y generales al mismo tiempo permitiría ahorrar recursos.

Encuestas de diferentes firmas y medios de comunicación, le dan una ligera ventaja a los Conservadores en la constitución del próximo Parlamento. Si bien esto permitiría sacar a los laboristas del número 10 de Downing Street, ningún partido lograría mayoría. Todo indica que en la próxima administración, el papel de los partidos menores como el Liberal Demócrata será de fundamental importancia.

Los laboristas llegaron al poder en 1997 con Tony Blair como su líder. Antes de eso, el Reino Unido fue gobernado por los conservadores durante 18 años, bajo los mandatos de Margaret Thatcher (1979 - 1990) y John Major (1990 - 1997).

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domingo, 21 de marzo de 2010

El BNP aún no se ha salvado

La edición de The Observer de hoy dedica dos planas enteras a reportajes relacionados con el British National Party (Partido Nacional Británico) y su inminente llegada al Parlamento británico a través del asiento que podría ganar por su victoria en el municipio londinense de Barking y Dagenham, al este de la ciudad. Si las tendencias continuaran tan favorables como ahora para éste partido de ultraderecha, los laboristas podrían perder su curul ante el BNP.

Sin embargo, aún existe la posibilidad de que esto no suceda. Un juez de la corte civil, ante la cual fue demandado el partido, le ha exigido más cambios a su plataforma para poder seguir existiendo como partido político e inscribir a nuevos miembros.

El pasado 12 de marzo, una corte civil del Centro de Londres resolvió que los cambios realizados a las condiciones de adhesión de nuevos miembros - que originalmente se limitaba a anglosajones - no eran suficientes para dejar de ser considerado un partido racista.

Les pidió modificar también la cláusula en la que el partido les pide a sus miembros apoyar "la creación continua, el fomento, el mantenimiento y la creencia en la existencia de indígenas británicos", así como otra en la que señala que todo nuevo miembro deberá recibir la visita de un miembro del BNP una vez inscrito ante el partido. El juez Paul Collins consideró que ésta segunda cláusula podría resultar intimidatoria para los posibles miembros no anglosajones.

Así que aún existe la posibilidad de que el BNP ni siquiera pueda participar en las elecciones generales a celebrarse el próximo 6 de mayo.

Personalmente considero que las autoridades británicas han sido demasiado tolerantes con la existencia de un partido que ha promovido una visión xenófoba. Pero por otro lado, celebro que los jueces exijan cambios de fondo y no únicamente de forma en la plataforma de éste partido.

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viernes, 19 de marzo de 2010

La primera boda gay a celebrarse en Westminster


El próximo 26 de marzo, Chris Bryant - Miembro del Parlamento (MP) por el partido Laborista - y su pareja, Jared Cranney, se convertirán en la primera pareja gay en celebrar una unión civil dentro de la Casa del Parlamento de Westminster.

Hasta el pasado 15 de febrero, el derecho a unirse en matrimonio estaba reservado para los parlamentarios, empleados del Parlamento y familiares de empleados y parlamentarios que desearan celebrar una boda convencional.

La iniciativa que fue aprobada por el condado de Westminster permite la celebración de bodas convencionales y uniones civiles para cualquier miembro del público que lo solicite.

Las ceremonias podrán celebrarse en dos salas: la Jubilee Room, con capacidad para 80 personas y con vista al jardín con la estatua de Cromwell, y el comedor de los Parlamentarios, con vistas al Támesis y con capacidad para 150 personas.

The Guardian entrevistó a Chris Bryant a una semana de contraer nupcias en ésta histórica sede.

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viernes, 19 de febrero de 2010

La hipocresía del BNP


El pasado domingo 14 de febrero, el Partido Nacional Británico (BNP por sus siglas en inglés) convocó a una sesión extraordinaria con el fin de modificar sus estatutos y los criterios bajo los cuáles solía aceptar a nuevos miembros. Hasta ese día, el BNP limitaba la posibilidad de membresía a los llamados “indígenas británicos”, o sea, británicos anglosajones.
Desde sus orígenes el BNP ha sido, y probablemente seguirá siendo, un partido racista que se opone a la llegada de nuevos inmigrantes y promueve abiertamente su deportación. Argumenta que los derechos de los británicos originarios han sido arrebatados por los extranjeros que se han establecidos legal e ilegalmente en el Reino Unido.
Ante la crisis económica y la creciente tasa de desempleo, la cantidad de seguidores del BNP ha crecido significativamente en los últimos años.
No somos pocos los británicos y extranjeros que vemos con preocupación cómo, cada vez que hay elecciones, el número de votantes que deciden darle su apoyo al BNP aumenta.
Cuando entrevisté a Simon Darby el pasado 20 de diciembre, me aseguró que tenían alrededor de 7 mil miembros que estaban esperando poder ingresar al partido. Desde septiembre del 2009, cuando la corte civil decidió darle entrada a la demanda de la Comisión de Igualdad y de Derechos Humanos, el BNP tuvo que suspender temporalmente el registro de nuevos miembros. Al considerar que en el Reino Unido, los partidos políticos no obtienen financiamiento público y dependen únicamente de las donaciones financieras de sus seguidores, la solución de éste problema era de primera prioridad para el BNP.
El pasado 28 de enero, la corte civil resolvió en contra de los estatutos del BNP y le dio dos semanas para hacer los ajustes necesarios. Ese mismo día los 14 mil miembros recibieron un correo electrónico en el que les informaban sobre la resolución y fueron convocados a una sesión extraordinaria para votar los cambios requeridos por la corte.
Por más extraña que parezca la idea de que un partido racista como el BNP aceptará con los brazos abiertos a africanos y asiáticos, sólo cinco de los 400 asistentes a la sesión votaron en contra de dejar de ser un “club exclusivo” para británicos blancos.
Tras esta modificación interna, la primera idea que me vino a la cabeza fue:
“No habrá ningún británico no – blanco que corra a inscribirse al BNP”. Pero estaba equivocada.
The Guardian publicó el pasado 11 de enero una entrevista con Rajinder Singh, un indio sij, que se cree será el primer miembro no anglosajón en las filas del BNP. Su justificación es simple: comparte la visión del BNP con respecto a los musulmanes.
Las razones por las que Singh está en contra de los musulmanes son totalmente distintas a las del BNP. Cuando tenía 15 años, su padre fue asesinado como consecuencia de los enfrentamientos entre hindús, musulmanes y sijs que se dieron durante la partición de India en 1947. En lugar de culpar a los británicos que salieron del país dejando un caos detrás de sí, Singh decidió culpar a los musulmanes porque asegura que “el Corán promueve la violencia”.
Por eso, cuando Nick Griffin, líder del BNP, se atrevió a decir en voz alta que los musulmanes eran una amenaza para la sociedad británica, decidió hacerse de la vista gorda con respecto a las demás declaraciones e incluso tomarlas como algo positivo.
Singh está convencido de que la propuesta de entregar dinero en efectivo a los extranjeros a cambio de que vuelvan a sus países de origen es “algo excelente, algo supremo”. Cree que sólo las personas realmente comprometidas con el Reino Unido rechazarían el dinero. 
Tan identificado se sintió con respecto a las declaraciones de Griffin que decidió enviarle cartas de apoyo al líder el BNP. El partido, que históricamente ha sido tachado de racista, no dejó pasar la oportunidad y comenzó a invitar a Singh a actos públicos para mostrar que “eran tolerantes con las minorías”.
Aunque Singh no es tan religioso, accedió a comenzar a utilizar turbante, pues visualmente era mucho más impactante y benéfico para la imagen del BNP.
Singh sabe que su imagen está siendo utilizada con fines políticos pero cree que su presencia ayudará a que el BNP realmente comience a cambiar por dentro.
En un recorrido que hice el pasado diciembre por Barking y Dagenham, municipios al este de Londres donde la mayoría de los concejales son del BNP, escuché comentar a los ultraderechistas que su apoyo en esos municipios no sólo se basaba en los votantes blancos, sino también en los asiáticos. Si bien nunca vi a un hindú o a un sij o a un chino saludar gustosamente a los miembros del BNP, ahora entiendo a qué se referían. No pueden desaprovechar el temor generalizado que existe en contra de los musulmanes y el estereotipo de “terroristas” y “violentos” que se ha difundido en contra de ellos.
Desgraciadamente, en éste momento de la historia, parece que genera menos temor un anglosajón ultraderechista y racista que un musulmán.

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martes, 9 de febrero de 2010

Notas de viaje / GMT + 0 en Lisboa (Día 2)

28 de diciembre del 2008

Hoy dediqué mi día entero a caminar por Lisboa. Empecé por Chiado, barrio cerca del cuál está el hostal al que llegué ayer por la noche. Deseé que mis zapatos no se hubieran mojado en el paseo de ayer, ya que tuve que recorrer las calles empinadas y empedradas con mis botas altas de piel y al final del día me costaba trabajo caminar a paso normal.

Pasadas las 10 am, comencé a caminar y aún las calles eran tan silenciosas como ayer por la noche. Tuve que andar más lento al inicio, al sentir que el eco de mis tacones contra el piso podría despertar a la ciudad que aún parecía dormida. Seguía lloviendo levemente cuando salí – “spitting”, como le llaman los británicos a la lluvia finísima -.

Bajé por callecitas angostas, que en algunas partes se convertían en escaleras. Mi objetivo era llegar a Alfama, barrio antiguo que conocí a través del título de unas canciones de Madredeus. Había leído también que fue de ahí que se empezó a extenderse el fado, ritmo tradicional lisboeta, acompañado por la guitarra de 12 cuerdas y casi siempre con tonos melancólicos y letras igualmente tristes.

Primero, descendí por Chiado hacia la Plaza de Comercio, que solía ser una de las entradas principales a Lisboa por el Río Tajo. Cuando llegué, a penas abría un pequeño mercado dominical, una especie de tianguis de antigüedades, accesorios, libros usados y cosas viejas. En el centro de la plaza comenzaban a instalar lo que imagino sería un escenario que utilizarían como parte de los festejos de año nuevo. De ahí me dispuse a caminar hacia el barrio de Alfama, y comencé a subir por calles llenas de balcones con ropa tendida, paredes con azulejos pintados, edificios de color rosa, rojo, amarillo y azul con la pintura descarapelada. Andaba con cuidado y con algo de temor de perderme, pues a los pocos minutos me di cuenta de que las calles cambiaban de nombre en cualquier esquina.

Decidí seguir la caminata sugerida en la guía que cargaba conmigo que señalaba un recorrido hacia el castillo de San Jorge, pasando por algunos miradores de la cuidad y que después bajaba por Alfama. Al seguir el mapa, logré llegar a un par de miradores desde donde observé los techos tojos de las casas y finalmente entré al castillo de San Jorge. Era un castillo antiquísimo desde donde se veía toda la ciudad. En uno de sus patios, un señor tocaba música medieval con su flauta y lo acompañaban dos gatos negros. Uno de ellos se llamaba “Fluffy”. En ese mismo patio, pasé junto naranjos que tenían frutos maduros en pleno invierno.

Después bajé por las calles de Alfama, que eran un poco más coloridas, con gente más gritona, con un carácter más vivo y más humano, con aceras angostísimas y con más curvas que el resto de las calles por las que había pasado. Intenté seguir paso a paso el mapa de la guía, pero logré perderme y al bajar escaleras de pronto me topaba con puertas de madera vieja y pintadas de verde; o con túneles hechos de balcones donde escuché a gente charlando de ventana a ventana; o tenía que esquivar ropa limpia que estaba tendida en plena calle y que no se había alcanzado a secar por la lluvia de ayer.

Cuando me perdí, estaba buscando el Museo del Fado. Si bien sabía de la existencia de éste tipo de música, desconocía los detalles sobre sus orígenes y sus más famosos cantantes y músicos. Después de muchas vueltas llegué al museo que era pequeño, sin más información que la meramente necesaria y con mucho fado cantado por mujeres, por hombres y aprendí que Amalia Rodríguez es una de sus más famosas artistas.

Aprendí también que el fado se toca tradicionalmente en locales pequeños o en casas y casi siempre a puertas cerradas. Es una música triste y melancólica que, hasta que Amalia Rodríguez comenzó a grabar sus discos y se hizo famosa, era un tipo de música clandestina con letras que se inventaban en ese mismo momento, adaptándolas a los sentimientos de las mujeres que se habían quedado solas porque sus maridos se habían ido a la guerra o a las colonias portuguesas en África.

De ahí retomé mi camino de vuelta al hostal. Por coincidencia, esa noche se organizó la salida a un local tradicional de fado. “No es un local para turistas, sino para lisboetas”, nos explicó Bernardo, otro oriundo que la hacía de guía en el hostal. Pocos nos dimos cuenta de que habíamos llegado al local, pues sus puertas estaban cerradas y tuvimos que tocar para que nos abrieran. Salió un hombre de unos 60 años, ataviado con un traje gris, con chaleco y corbata verdes y bien peinado.

El nombre del local lo conocimos porque estaba escrito en sus menús, mas no en algún anuncio colgado en la calle. Se llamaba “Caldo Verde” y tal como lo había leído en el museo, era pequeño y en un rincón tocaban dos guitarristas: uno, una guitarra de 12 cuerdas y otro, una guitarra española clásica. El cantante podía ser el señor que nos abrió la puerta o cualquiera del público que quisiera pararse a cantar. En cuanto alguien empezaba a cantar, nos pedían guardar silencio. No era un local donde mientras se cenaba o bebía se escuchaba fado sino lo contrario.

La primera mujer que se paró a cantar estaba entre el público y, por su vestimenta más bien moderna, con botas grises y altas y un vestido negro que no le llegaba a las rodillas y que tenía un estampado de estrellas blancas de diferentes tamaños, no imaginé que cantaría tan bien y con tanto sentimiento. Su voz era gruesa y muy bien entonada y no pude evitar preguntarme si todo lisboeta tendría esa habilidad de cantar tan bien.

En este mismo local probé por primera vez el vino verde, un vino blanco espumoso y seco que se toma frío.

La noche terminó a eso de las 2 am, cuando la mayoría se pasó a un club nocturno mucho más moderno. Yo mañana parto a Barcelona, así que decidí regresar a dormir un poco. Me hubiera gustado estar más días en esta encantadora ciudad. Mañana pienso perderme de nuevo en algunas calles del centro, antes de tomar mi autobús que cruzará la Península Ibérica de punta a punta.

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lunes, 8 de febrero de 2010

Notas de viaje / GMT+0 en Lisboa (Día 1)

27 de diciembre del 2008


Llegué ayer por la noche a Lisboa. Sus calles estaban en silencio, casi vacías. Sólo las luces, los adornos navideños y los anuncios espectaculares llenaban la vista de ruidos. Siguiendo las indicaciones de un mapa que imprimí de internet, me dispuse a tirar de mi maleta por sus aceras hechas de pedacitos de piedras negras y de color crema. En medio de ese silencio, el ruido de las ruedas resultaba hasta escandaloso.

Lo primero que noté, con gusto al inicio, pero con un poco de preocupación después fue la inclinación de las calles lisboetas. Son calles que suben y bajan de manera dramática, son curvas que de pronto se vuelven angostas y después de unos metros de haber iniciado el recorrido, me percaté de que quedaba poco espacio para que alguien más pudiera caminar por la acera junto a mí y mi pequeña maleta marrón.

Se respira una tranquilidad única, pero no es una ciudad muerta. Es una ciudad que te acoge en silencio y que si te dejas perder en sus arterias que no siguen un orden racional, la conoces mejor y te disuelves poco a poco en ella.

Aún no he caminado mucho por sus calles. Hoy me uní a un recorrido en auto que nos llevó a siete pasajeros y a un conductor (Lisboeta él, llamado Bruno) por Sintra, Belem, el Palacio de Pena, Cascaiç y el punto más al occidente de Europa. En Sintra se refugiaba Lord Byron y toda ella está llena de callecitas angostas con una influencia árabe que se refleja en los azulejos pintados que llenan las paredes de sus casas y locales. En medio de nuestro recorrido, paramos en dos tiendas que vendían tartas.

"Los dulces son parte de nuestra cultura porque al ser los portugueses uno de los primeros en comerciar con los árabes, trajimos el azúcar y empezamos a hacer experimentos con ella", explicaba Bruno, un joven moreno de ojos verdes, risueño, conductor y guía. No únicamente los dulces, - que de tanta azúcar pueden empalagar a un paladar poco acostumbrado - sino también en la arquitectura de sus palacios se ve y se nota la influencia árabe. Bruno asegura haber leído recientemente un artículo que aseveraba que el 54% del DNA de los portugueses proviene de los moros.

Tuvimos poca suerte con el clima. La caminata para llegar al Palaço da Pena fue sólo el inicio de un día húmedo y brumoso, raro en estas partes de continente. Es como si Londres no quisiera que lo desplazara cada vez que piso nuevas ciudades que encuentro fascinantes de alguna manera.

Pese a esa humedad que goteaba agua por todas y cada una de las partes expuestas a la intemperie, el Palaço da Pena me mostró una manera diferente de ver los espacios. Arcos, caminos que llevan a jardines ocultos desde donde se ve bosque y mar, un saturar de decoraciones en los techos y las paredes por "el horror al vacío", sillones tallados en madera con un detalle tan complejo y continuo que hacía difícil encontrar un inicio y un fin. Amarillos, rojos, azules, verdes, rosas. Cúpulas con bebederos, plantas tropicales, motivos para construir palacios como el mero amor al arte o a una bella mujer.

De ahí fuimos a las playas de Cascaiç, que son de un azul único. No es el azul turquesa del Caribe, pero tampoco el azul profundo, azul marino de los mares del norte que conozco. Es un azul único, con arena sin rocas, con olas que rompen limpias y salpican sal y espuma al que pasa a su lado. Es como un azul verde pero un poco más azul que verde.

También leí un tablón de piedra pegado a una columna que anuncia que estamos parados en un punto donde "termina la tierra y empieza el mar", porque es el punto más al occidente de todo Europa. Y seguimos por la costa y llegamos a Belem. Un lugar que fue absorbido por Lisboa pero que antes era un lugar lejano. Belem tiene monumentos como su torre que imponía con su presencia a los navegantes que llegaban al puerto cuando Portugal vivía su época de oro como potencia naval, pero que después se convirtió en prisión y después sólo un recuerdo de esos grandes tiempos. Frente a ella está el monasterio de los Jerónimos que impone por dentro y por fuera. Se le nota la edad en los estilos góticos, en sus detalles de los techos altos, y pese a que sólo se alcanza a ver desde lejos y desde abajo, el tiempo se ha quedad con algunas partes del techo y de las columnas y se ha comido el cobre que ahora es verde. Belem también es famosa por sus tartas de crema pastelera con canela y azúcar por las que los lisboetas se forman 20, 30 minutos, aún en días como hoy que no dejó de llover de 9 a 9.
Aquí la vida pasa tranquila, lenta, de manera parsimoniosa. Se vive el hoy y se disfruta con una sonrisa. Aquí la gente disfruta vivir con calma los pequeños detalles de la vida. Ven el lado positivo dentro de lo inevitablemente melancólico. Es vivir orgullosos y felices de lo que fueron pero que ya no son, y celebran lo que ha sobrevivido a las derrotas y las guerras, como sus vinos, su gastronomía, sus tiempos. Son las sonrisas de los niños y niñas que tienen una paz que se transmite con sólo pasar a su lado.

Portugal y su gente es como ese alguien que te gustaría ser, porque es feliz con lo que tiene, con su cultura, su herencia, pero no impone nada. Sólo disfruta y goza.

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