Desde el pasado viernes, no ha habido fuerza humana que me despegue de la televisión, del internet y de los periódicos.
Gracias a las redes sociales como twitter, a los blogs políticos de los periódicos más importantes del Reino Unido y a las transmisiones continuas de la BBC y Sky News sobre las negociaciones con miras al establecimiento del próximo gobierno británico, muchos hemos podido seguir de cerca lo que es sin duda uno de los momentos históricos más importantes para éste país.
Desde 1974 no se había dado una situación en la que ningún partido lograra mayoría en el Parlamento. En ese entonces, el Partido Conservador no logró convencer a los liberales para que formaran una coalición y con tan sólo cuatro asientos más que los laboristas, los conservadores tuvieron que gobernar con la llamada figura del "parlamento en minoría".
Aún es pronto para saber hacia donde se inclinará la balanza. O en éste caso, qué decidirán hacer los copartidarios de Nick Clegg. Hasta hace unas horas todo parecía indicar que la alianza tories - liberales demócratas se concretaría pronto.
Sin embargo, hace unos minutos, el aún Primer Ministro, Gordon Brown salió a declarar que estaba dispuesto a renunciar a su puesto, con tal de que las negociaciones con los liberales demócratas avanzaran hacia la constitución de lo que llamó "una alianza progresiva".
Aún cuando varios miembros del Partido Liberal Demócrata han dicho sentirse ideológicamente más cercanos a los laboristas, Clegg declaró que apoyaría al partido con la mayor cantidad de votos y la mayor cantidad de asientos. Fue por eso que las negociaciones iniciaron con un acercamiento entre Cameron y Clegg.
Todo parecería indicar que la oferta de los conservadores no fue lo suficientemente buena y los liberales demócratas han decidido voltear hacia los laboristas.
Sin duda, la decisión que Clegg y sus correligionario tienen en sus manos no es la más sencilla. De hecho, es complicadísima. Sin embargo, el tiempo apremia. Si los líderes no logran llegar pronto a un acuerdo, los mercados podrían comenzar a anticipar un escenario de inestabilidad política y ésto acabaría debilitando aún más a la libra esterlina.
Como decían algunos columnistas: ésta bien podría ser una situación de ensueño para los liberales demócratas, pero parece más bien una pesadilla.
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