Después del episodio del pasado miércoles en el que los ex ministros Patricia Hewitt y Geof Hoon convocaron a una votación secreta para decidir si los laboristas consideraban a Gordon Brown como el candidato idóneo a representarlos en las próximas elecciones generales, quedan pocas dudas sobre las divisiones internas y cada vez más profundas de este partido.
Esta no es la primera vez en la que un grupo de laboristas ponen en tela de juicio el liderazgo de Brown. Sin embargo, hasta ahora ninguno de los "golpes" han sido exitosos y el escocés sigue perfilándose como el candidato a representar al Partido Laborista en las elecciones que probablemente se celebren el 6 de mayo del 2010.
De acuerdo con los resultados de un sondeo realizado por The Sun el mismo día del complot de Hewitt y Hoon, para los votantes es prácticamente irrelevante si el actual Primer Ministro representa o no a los laboristas. El cambio de candidato no logra dar más de un 30% de la intención de voto para el partido de izquierda.
Es entendible la desesperación de los laboristas ante la inminente llegada de los Conservadores al poder, pero los intentos de destituir a su líder tienen un tinte más bien autodestructivo y muy poco fortalecedor...
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